Tras la decisión de la Corte Constitucional de restablecerse la autorización para las corridas de toros en Bogotá, vetadas en la presente administración, se revive también uno de los negocios del sector agropecuario: la cría de toros de lidia.
Esta es una actividad pecuaria en países como España, Portugal, Francia, México, Ecuador, Perú, Venezuela y Colombia.
También, volverá la actividad a la plaza de toros La Santamaría, cuya temporada de toros era una de las más importantes del país y de América.
La plaza, con capacidad para 14.000 personas albergará de nuevo a una de las aficiones taurinas más grandes del continente.
Aunque no se tiene una valoración de cuánto mueve la economía del mundo de los toros, son muchas las personas que derivan su sustento de la actividad.
El listado es amplio y está compuesto –entre otros– por acomodadores, banderilleros, dependientes de las taquillas, ganaderos, mayorales, mozos de espadas, monosabios, médicos de la plaza, novilleros, picadores, rejoneadores, toreros y subalternos, vaqueros y veterinarios.
También se cuentan a los sastres y quienes fabrican toda la indumentaria que lleva un torero, como banderillas, muletas y estoques, mientras que afuera de las plazas de toros se ubican quienes comercian con botas, sombreros y gorras, lo mismo que las escuelas taurinas que funcionan en los municipios vecinos.
Más atrás, como primer eslabón de la cadena está la ganadería de lidia, una actividad económica similar a la cría de animales de carne y leche.
En esta actividad, convergen los ganaderos y vaqueros, respaldados por genética bovina, con la que se busca los animales más bravos para las faenas del país.