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Alberto Schelesinger Vélez

La inspección final

Alberto Schelesinger Vélez
POR:
Alberto Schelesinger Vélez

Dentro del sinnúmero de mensajes que nos llegan por Internet, con la solicitud de circularlos, el que a continuación difundo, por esta columna, es de especial significado para una realidad como la nacional en un momento en que se discuten aspectos vitales para nuestra Fuerza Armada:

“El soldado se presentó ante Dios. Lo cual siempre sucederá.
Confiando en que sus zapatos brillaran, al igual que sus insignias. Un paso adelante, soldado; ¿cómo trataré contigo? ¿Has puesto siempre la otra mejilla, a mi Iglesia has sido fiel?

El soldado, cuadrándose respondió: No, Señor, creo que no. Porque quienes portamos armas no podemos siempre ser santos. He tenido que trabajar la mayoría de los domingos y a veces mi lenguaje ha sido fuerte. Y otras, he sido violento, porque el mundo en que vivo es horriblemente brutal.

Pero nunca he tomado un centavo que no fuera de mi propiedad, a pesar de haber trabajado sin límite y horario, cuando las cuentas que me llegaban eran excesivas. Y nunca desatendí una solicitud de auxilio, aunque a veces acudí con miedo.

Y algunas veces, Dios, perdóname, derramé lágrimas cobardes. Y se que piensan que no merezco un lugar en medio de la gente aquí. Ellos no me quisieron a su alrededor, excepto para calmar sus miedos.

Si usted tiene un lugar para mí, Señor, no necesito que sea muy grande. Nunca he esperado o tenido mucho.

Pero si no, yo entenderé. Y se hizo gran silencio alrededor del trono. Un paso adelante ahora, tu soldado. Has soportado bien tus cargas. Camina en paz por las calles del Cielo. Porque ya tuviste tu tiempo en el infierno!” (Sgt. Joshua Helterbran).

“Es el soldado, no el periodista, quien nos ha dado la libertad de prensa. Es el soldado, no el poeta, quien nos ha dado la libertad de expresión. Es el soldado, no el político, el que garantiza nuestro derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad.

Es el soldado quien saluda a la bandera, el que sirve bajo la bandera y cuyo ataúd está envuelto en la bandera”.

Ojalá, estas sentidas y profundas reflexiones ayuden a pensar a quienes, por motivos personales, partidistas o ideológicos, banalizan, sesgan o pretenden eliminar la protección integral que la sociedad civil debe darle a sus soldados. La definición de la Justicia Penal militar no puede seguir sometida al choque de fuerzas políticas e ideológicas que parece que quisieran o hundir definitivamente el tema o salir de él de cualquier manera, contextos que dejan grandes vacíos que lo único que hacen es introducirlos a la estructura constitucional con las implicaciones que ello tiene.

Este es un asunto de enorme importancia y gravedad para dejarlo incompleto y sometido a una improbable reforma futura de la Carta, solo para este tema, mientras nuestros soldados y oficiales se ven asediados por el duro ataque de la guerra jurídica y política a que son implacablemente sometidos.

Es posible mejorar y completar lo aprobado y no optar por el viejo dicho de ‘del ahogado el sombrero’.

Para ello, las bancadas que apoyan lo hasta ahora logrado deberían tapar los vacíos y no conformarse con una reforma coja a la espera de lo que todos sabemos que va a pasar en el futuro.

Alberto Schlesinger

Decano U. Sergio Arboleda

alberto.schlesinger@usa.edu.co

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