Las perspectivas de lo que en Brasil llaman 'el polo del atraso', no son buenas. El desmadre venezolano, ya iniciado, es conocido, al igual que las lúgubres proyecciones que lo acompañan. Bolivia, que con la ayuda de la 'tecnología electoral' venezolana y de la famosa empresa Smartmatic, logró superar la mayoría requerida para que Evo pueda implantar sus anunciadas reformas, tendrá una alta turbulencia política y la obligada caída en la confianza internacional.
Nicaragua, se acerca a un colapso general, agravado por la reducción en la chequera del padrino Hugo. Ecuador, con un gran peso frente a nuestra seguridad interna y lo que representa su mercado, tampoco va bien.
Sin tener muy claros los motivos, la enorme agresividad desarrollada por Correa, a raíz de la Operación Fénix, cambió y el lenguaje que hoy hablamos es muy distinto. El informe oficial sobre la muerte de 'Reyes', resultó mas objetivo de lo que hubiéramos esperado. Exonerando, eso sí, en forma casi lírica al presidente Correa, pero condenando a su mano derecha el ministro Larrea y lo mejor, confirmando sin ambages la presencia de los cabecillas de las Farc en territorio venezolano.
¿Será que mientras en Venezuela el deterioro de la situación interna incrementa la agresividad frente a Colombia, en Ecuador, en un acto de lógica y pragmatismo político, la disminuye? Es muy posible. Sus perspectivas no son buenas.
En los diez primeros meses del 2009 el déficit comercial llegó a US$ 450 millones, de un superávit de US$ 1,87 mil millones en el mismo periodo del año anterior. Se espera que con la acelerada importación de combustibles, principalmente para la generación de energía, se acerque al billón de dólares.
Ese desequilibrio, a pesar de la disminución de las importaciones, se debió principalmente a la caída de los ingresos petroleros del 45,75 por ciento agravado por una reducción del 7,1 por ciento en la producción, motivada por las operaciones extranjeras.
La pelea de Correa con las multinacionales se agudiza. El nuevo contrato petrolero anunciado pasa de la participación en las utilidades a la contratación de la operación, con un peaje del 25 por ciento como impuesto a la renta, propiedad de los yacimientos, retención de un 20 por ciento de las ventas llamado 'contribución a la soberanía' para cubrir futuras caídas en los precios por debajo de la tarifas operativas impuestas y una constante actitud hostil del Gobierno, que no contribuyen a mejorar la confianza.
Los planes de endeudamiento externo, recurso programado para equilibrar la balanza, tampoco marchan bien. Con China, las grandes ilusiones de camaradería izquierdista se han visto desvanecidas ante el riesgo en que Correa ha convertido al Ecuador con sus suspensiones de pago y amenazas. Tanto, que recientemente ha utilizado epítetos como 'reconsiderar' las relaciones con ese país. Calificar de 'inamistosa' su política crediticia, acusándolos de ser más onerosos que el FMI , e ir contra la Constitución con sus propuestas.
Lo mismo parece estar sucediendo con proyectos en el área de cementos, la electricidad de Quito, una nueva refinería y la vital hidroeléctrica. En ellos están involucrados, además de los 'inamistosos' chinos, los iraníes, los venezolanos y los portugueses. El plan de duplicar el endeudamiento externo en un año parece estar haciendo agua.
La intemperancia natural de Correa se exacerba y hace unos días la Presidente y el Vicepresidente del Banco Central renunciaron al no haber cumplido el plazo impuesto por el Gobierno de repatriar US$2,235 millones de las reservas. Quedaron cortos en US$ 864 millones. Finalmente ya se anuncia un salario mínimo llamado de la dignidad, de US$ 320, cuando el actual está en US$ 218. Los objetivos son claros. La racionalidad, no.