El comienzo de este 2010 ha 'sorprendido' al país con una serie de escandalosas excarcelaciones. En términos mediáticos la más llamativa fue la del personaje de Barranquilla, que cual 'celoso extremeño' conocido personaje de Cervantes desesperaba a su conyuge con escenas de desconfianza.
A diferencia del personaje del autor de El Quijote, esta vez el hecho terminó en tragedia, pues el próspero empresario acabó con la vida de su consorte al comenzar el año y prácticamente en presencia de sus hijos.
Lo que alarmó al país, fue el hecho de que inicialmente quien tuvo el caso resolviera no llevarlo a prisión, con el argumento de que no se trataba de un caso de 'flagrancia'. A finales del año pasado se presentaron otros casos de libertades extrañas de guerrilleros, delincuentes comunes, narcotraficantes y paramilitares, con el socorrido expediente del 'vencimiento de términos'.
Pero lo que verdaderamente ha causado estupor es la liberación de los militares acusados de un crimen tan atroz como haber asesinado a jóvenes de las clases pobres de Soacha y otras regiones del país, para hacerlos aparecer en otros sitios como guerrilleros en combate.
Es lo que de manera inexplicable se ha conocido como 'falsos positivos', que en verdad, no son otra cosa que asesinatos a sangre fría. Nadie puede entender que jueces o fiscales, en casos de esta magnitud dejen vencer los términos sin tomar las decisiones procesales correspondientes.
Este caso -sin contar los que se anuncian- le ha dado la vuelta al mundo por todo lo que significa de desidia y denegación de justicia.Desde luego que en el pasado también se habían presentado situaciones escandalosas.
Entre tantas otras, se recuerdan la de un juez de instrucción que un 29 de diciembre de 1987, parapetándose en el mecanismo del "hábeas corpus" dejó en libertad a uno de los hermanos Ochoa Vásquez, lo que generó la indignación del entonces ministro de Justicia, Enrique Low, a quien luego asesinaran en 1991.
Sin embargo, la repetición del esquema en los últimos meses debe llevar al país a reflexionar, hasta qué punto lo que está haciendo agua es el flamante 'nuevo sistema penal acusatorio' que se le anunció al país en el año 2005.
Supuestamente, el adoptar sin salvaguardias el sistema americano de justicia, nos iba llevar a una justicia eficiente. Como en ocasiones anteriores, ha habido celeridad en los casos de flagrancia o delincuencia menor.
¿Pero dónde están los resultados del nuevo sistema en las hipótesis de delincuencia compleja, como bandas de narcotraficantes, extorsionistas, o de los graves casos de corrupción?.
Los expedientes se acumulan. El excesivo formalismo lleva a veces a excarcelaciones sorpresivas. No se quiere aceptar la responsabilidad política.
¿Por qué no se ha querido hacer el balance real y apenas se mencionan los ya conocidos casos de flagrancia o confesión anticipada en donde es fácil mostrar resultados? ¿Qué hubiera sido de las investigaciones por 'parapolítica', si se hubieran adelantando con el supuesto 'nuevo' sistema?
Pero además, los mismos que precipitaron este cambio, durante el actual Gobierno ayudaron a suprimir el Ministerio de Justicia, como parte de una 'gran reforma'. ¿Dónde están ahora? ¿Que le dirán al país?
gomezgomezabogados@cable.net.co