La Avenida Eldorado, también conocida como Calle 26, se construyó entre 1952 y 1958 para conectar el centro de la ciudad con el aeropuerto. A raíz de las complicaciones registradas en la vía, según una publicación reciente, “el Alcalde de Bogotá les salió a las críticas por la lentitud en las obras de la Calle 26 y aseguró que la ola invernal no ha permitido grandes avances.
También afirmó que en el curso de mes y medio quedarán terminados el puente de la carrera 13 y las vías de acceso al puente de la Carrera 5ª”.
Las declaraciones del alcalde de la época, Jorge Gaitán Cortés, fueron publicadas en la sección ‘Hace 50 años’ del diario El Tiempo.
No se trata, pues, de afirmaciones de la popular alcaldesa encargada de los destinos de la capital, Clara López Obregón.
Sin embargo, a diferencia de las películas de ciencia ficción donde cualquier parecido es pura coincidencia, en este caso la verdad es que estamos como hace 50 años. O peor.
Para nadie es un secreto que pese a los avances evidenciados durante la corta administración de la alcaldesa López, el acceso al aeropuerto sigue siendo una película en blanco y negro. Por ahora, los maltrechos viajeros pueden rodar mejor que hace un año por los carriles exclusivos del Transmilenio, salvo en los tramos orientales de la Calle 26, obra en destrucción desde hace tres años. Nos preguntamos, ¿qué pasará cuando entren en operación los buses articulados y la avenida Eldorado le dé prelación al servicio público y relegue a los carriles lentos el tráfico vehicular y los buses alimentadores?
La historia de la remodelación del aeropuerto tiene un signo permanente: la temporalidad.
El rediseño de Eldorado se inició en el 2007 con una concesión a 20 años sin una definición sobre lo fundamental: la demolición de la antigua terminal como recomendaba el concesionario, la construcción de un nuevo aeropuerto o de la tercera pista. Mientras se definían estos asuntos, se aceleraron las demoras en las obras periféricas y en el aeropuerto, que tienen saltando matones a 20 millones de pasajeros.
A mediados del año entrante, la ciudad tendrá en operación el nuevo muelle internacional, además del Puente Aéreo y la vieja terminal, cuya demolición comenzará en el 2013.
La terminal unificada de 180 mil metros cuadrados verá la luz del día, o la lluvia, a mediados del 2014. Para entonces se conocerá el nuevo plan maestro que definirá si tendremos la tercera pista o se construye un nuevo aeropuerto. Como dicen en inglés, back to square one –en español, volver a empezar desde el principio–.