Nunca tan pocos han hecho tanto daño a tantos como en Venezuela. La economía venezolana está en recesión desde el 2014, año en el cual decreció 3,9%. El PIB cayó 5,7% en el 2015. El FMI estima que la recesión y la inflación en Venezuela no han tocado fondo. La caída del PIB se proyecta en 8% en el 2016 y en 4,5% en el 2017. La inflación calculada para este año asciende a 720% y a 2.220% en el 2017.
El único responsable de semejante calamidad doméstica es el régimen autocrático venezolano, que desde el Palacio de Miraflores fraguó una revolución popular para instaurar una dictadura socialista. Desde el año 2003, el movimiento chavista impuso un cepo cambiario que asfixia al empresariado, mecanismo complementado con un insostenible control de precios a 165 productos de primera necesidad. El cerco económico vino acompañado de intervención y confiscación de empresas, fincas, negocios agroalimentarios y distribuidoras de semillas.
Para coronar la faena de destrucción del aparato productivo, se instituyó el Comando de Precios Justos, que controla y determina los márgenes de ganancias de productores e importadores. La revolución socialista consolidó, así, el manejo estatal, arbitrario y absolutista de la economía venezolana.
Los resultados no podrían ser peores. La escasez en la red estatal Mercal bordea el 80%, en abastos y bodegas es del 75%, en los supermercados de cadena es del 50% y en Abastos Bicentenario, del 39%. La escasez en Venezuela supera el 80% en los siguientes productos: aceite de maíz, café, leche en polvo, harina de maíz, margarina, atún, azúcar y carne.
El desabastecimiento de medicinas y equipos médicos supera el 80%. Hasta los médicos cubanos abandonaron a Venezuela. El 70% de los hospitales administrados por estos galenos, antiguamente orgullo del Estado socialista, se encuentran clausurados.
Según la Encuesta de Condiciones de Vida, elaborada por varios centros universitarios de ese país, la pobreza creció en 75% el año pasado. El 87% de los venezolanos sostiene que no tienen dinero suficiente para comprar alimentos, según reveló un reciente estudio de la Universidad Simón Bolívar.
La desnutrición afecta al 85% de la población. El hambre y el descontento patrio, generados por un régimen anacrónico inspirado en la Cuba comunista de los años 70, se han traducido en violentos disturbios y saqueos a establecimientos y redes de camiones que distribuyen alimentos. Así, pues, Venezuela se encamina peligrosamente hacia un colapso sistémico de su economía, que puede convertirse en un estallido social de incalculables proporciones, incluida la inmigración masiva de nuestros mancillados connacionales.
El país nacional y el país político no pueden ser indiferentes en estas aguas procelosas. Como diría el clérigo Desmond Tutu: “Si eres neutral en situaciones de injusticia, eliges el lado del opresor”.
Andrés Espinosa Fenwarth
CEO de Inverdies
andresespinosa@inver10.co
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Estallido económico y social en Venezuela
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Andrés Espinosa Fenwarth
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