Cuando leí por primera vez que Cuba y Venezuela estaban encabezando una ofensiva diplomática contra Brasil tras la deposición constitucional de la presidenta Dilma Rousseff y la transferencia de poderes al presidente interino Michel Temer, lo primero que pensé era que se trataba de un chiste.
Ciertamente, es irónico que Cuba –una dictadura que no ha permitido elecciones libres, partidos políticos o siquiera un periódico independiente en más de cinco décadas– se atreva a criticar la democracia de Brasil por la suspensión de Rousseff por el parte del Congreso, que tuvo lugar en estricto cumplimiento con la Constitución brasileña.
Y es igualmente irónico que Venezuela, que se ha convertido en un régimen ‘de facto’, cuyo gobierno autoritario no reconoce las leyes aprobadas por la Asamblea Nacional y encarcela a los principales líderes opositores, alegue, contra toda evidencia, que la suspensión de Rousseff ha sido el resultado de un “golpe”.
Pero, efectivamente, un artículo del 15 de mayo del diario brasileño O Estado de Sao Paulo, reportó que “Cuba está encabezando una campaña en contra de Brasil”, citando un correo electrónico enviado por la misión de Cuba ante la ONU en Ginebra a más de una docena de instituciones internacionales para protestar contra un supuesto “golpe de Estado legislativo y judicial en Brasil”.
Horas más tarde, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil publicó un enérgico comunicado que rechazaba “enfáticamente” las afirmaciones de Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, “que se permiten opinar y propagar falsedades” sobre la política interna de Brasil.
Curioso por averiguar más sobre el cruce entre el nuevo gobierno de Brasil y los regímenes que hasta ahora habían sido estrechos aliados de Rousseff, llamé al expresidente brasileño Fernando Henrique Cardoso, el arquitecto de la prosperidad de Brasil en las últimas décadas y, probablemente, uno de los exmandatarios más respetados de Latinoamérica.
Cardoso me dijo que las denuncias de ‘golpe’ de Cuba y sus aliados posiblemente son una estrategia defensiva, impulsada por el temor.
“Mira, o ellos no tienen ningún conocimiento de lo que pasa en Brasil, o lo tienen mucho y tienen miedo”, me dijo Cardoso, agregando que dos tercios del Congreso brasileño –incluyendo muchos exaliados de Rousseff– votaron a favor de su destitución en un proceso constitucional que disfrutó de un apoyo popular generalizado. “Probablemente es una reacción preventiva de parte de Venezuela, Cuba y no sé cuántos otros, por temor de que las cosas vayan a cambiar mucho (en su contra)”.
Cardoso señaló que Cuba y Venezuela están apoyando la narrativa de Rousseff acerca de un supuesto ‘golpe’ para no reconocer que su gobierno fue repudiado por todo el país por su ineptitud, parálisis administrativa y corrupción generalizada. Entonces, es una manera de despistar la realidad y decir: “fue la derecha la que nos golpeó”, sostuvo Cardoso.
El expresidente me dijo que Cuba y sus aliados no tienen nada que temer en lo que se refiere a sus relaciones diplomáticas y comerciales, excepto una posición más firme por parte de Brasil para defender la democracia y los derechos humanos en todo el hemisferio.
El nuevo ministro brasileño de Relaciones Exteriores José Serra es un “demócrata progresista” que fue obligado a exiliarse durante la dictadura militar de Brasil en la década de 1960, y “un hombre de indiscutible orientación democrática”, dijo Cardoso.
El expresidente añadió que “la posición del nuevo gobierno de Brasil va a ser mucho más firme” en materia de derechos humanos y democracia en la región que la del gobierno de Rousseff.
Cuando le pregunté si cree que el gobierno de Temer apoyará la solicitud de la oposición de Venezuela de que la OEA invoque su Carta Democrática Interamericana contra el régimen venezolano, Cardoso dijo que “sin duda, el gobierno de Brasil, hasta donde yo sé, va a ser más favorable a la aplicación de la Carta Democrática”.
Mi opinión: en Brasil no hubo un golpe de Estado, sino la suspensión temporal de una presidenta mediante un proceso de juicio político perfectamente legal y constitucional, como el que se hizo contra el expresidente Fernando Collor de Mello en 1992.
Lo que es escandaloso, en cambio, es que algunos miembros de la comunidad internacional todavía tomen en serio los sermones de Cuba y Venezuela sobre la democracia en Brasil, como si estos países tuvieran la autoridad moral para dar lecciones sobre democracia. El problema no es Brasil, que no ha quebrado el Estado de derecho, sino Cuba y Venezuela, que lo hacen todos los días.
Andres Oppenheimer
Periodista - Columnista de The Miami Herald y El Nuevo Herald
Análisis
El cruce de Brasil con
Cuba y Venezuela
En Brasil no hubo un golpe de Estado, sino la suspensión temporal de una presidenta
mediante un proceso de juicio político legal y constitucional.
POR:
Andrés Oppenheimer
-
guardar
save_article.message.success_title save_article.message.successsave_article.message.success_updated_title save_article.message.success_updatedHa ocurrido un error al intentar guardar este artículo
- Reportar error
- Seguir economía
Lo más leído
Destacados
Más Portales
Nuestros columnistas
día a día
Lunes
martes
Miércoles
jueves
viernes
Camilo Sánchez
Inconveniente humo constituyente
Nuestra responsabilidad histórica está en evitar que cantos de sirena sigan dividiendo al país.
María Sol Navia V.
¿Ha logrado la mujer superar barreras?
Otros Columnistas
Importancia del agua en agenda empresarial
Gonzalo Gallo González
Shoganai - Gamán
Rafael Herz
Liviandad y crueldad
Camilo Herrera Mora
Fundador de Raddar
Críticos
Victor Muñoz
Emprendedor, investigador, analista
Rumbo al Armagedón en el 2026
Rodrigo Villamizar
Director Electra CDP
Colisión de tarifas e importación de gas: una bola de nieve social
La gente demanda es que bajen los precios de la electricidad que consumen.
Ricardo Santamaría
Analista
Hay María Corina para rato
La historia de estas elecciones en Venezuela es que quizás nunca lleguen a realizarse.
Cristina Vélez
Decana Escuela de Administración, Universidad Eafit