Hace un par de años señalaba en una columna semejante, la necesidad de lograr un acuerdo de reconciliación entre los agentes del sector salud. Planteaba, entonces, la importancia de recuperar el respeto y la confianza extraviadas. Aún andamos desordenados en esto y prevalecen intereses particulares, a pesar de que se han construido puentes de entendimiento entre muchos de los actores del sistema.
Hace más de 20 años se inició la implantación de la reforma de 1993 y la cobertura del aseguramiento en salud se encuentra cercana al ciento por ciento de la población. Este logro social tan importante nos debe llenar de orgullo y hay que defenderlo, porque además se ha sustentado en la solidaridad y ha establecido niveles de equidad superiores a cualquiera de los demás sectores sociales en el país, por la protección financiera que el sistema genera al momento de enfermar.
Eso sí, el avance no nos puede estancar. Los retos que se desprenden de la cobertura universal del aseguramiento se constituyen en la nueva meta a conquistar, y se pueden resumir en dos: primero, el acceso oportuno a los servicios requeridos por los usuarios; segundo, la calidad en la prestación de los mismos.
Ahora bien, las más de 500 millones de atenciones realizadas anualmente y comprendidas en consultas médicas, exámenes de laboratorio, métodos diagnósticos diversos, procedimientos e intervenciones, se hallan priorizadas a satisfacer una industria de la enfermedad dedicada al asistencialismo y la rehabilitación. De esta manera, el énfasis de calidad en los servicios se dirige a la alta especialidad, la tecnología de punta y el alto costo.
La balanza requiere equilibrase en favor de la preservación de la salud. El cuidado de esta debe ser el paradigma del sector. Desde una gestión excelente que determine los riesgos de salud de los individuos, para mitigarlos y controlarlos, hasta virar a la atención esencial y de mayor resolución en el nivel cercano al hogar, al trabajo y al lugar de estudio de las personas.
Más medicina social para la salubridad de los individuos. A manera de ejemplo práctico, en las zonas rurales del posconflicto, antes que hospitales, se requiere agua potable, alcantarillado, adecuada disposición de desechos, vivienda digna, más y mejor educación e iniciativas productivas que generen ingresos y desarrollo, además de vías terciarias.
La salud necesita de todos para conservarla, la enfermedad demanda de la ciencia médica para sanarla. El tema es de enfoque y énfasis. El modelo se debe orientar a producir más salud para la población, en lugar de esperar la enfermedad para esforzarnos en recuperar la sanidad perdida a mayor costo. Esta es la gran transformación que requerimos en el sector, porque además del bienestar que le traería a la gente, permitiría utilizar los recursos más efectivamente. Avanzar en esa dirección conduce a que se realice también un viraje en el acceso y la calidad de las atenciones.
Existe consenso en que el modelo de atención debe cambiar hacia aquel centrado en el individuo, con excelente gestión de riesgos en salud, autocuidado, mayor resolución en el nivel de baja complejidad y control de los otros determinantes sociales que influyen en la salud. Lograrlo requiere también una visión sistémica de todos los agentes. Cada quien tiene un papel y un rol que cumplir, respetado por los demás y que complementa la acción de unos y otros. Como funciona cualquier sistema.
Lo anterior necesita cambiar el enfoque de formación de los profesionales de la salud, así como los incentivos laborales que tienen. Las competencias blandas de comunicación, trabajo en equipo, vocación de servicio, deben estar en primer orden del proceso de formación, claro que junto a las capacidades técnicas requeridas. En el campo laboral, el fortalecimiento de equipos interdisciplinarios se debe multiplicar y el rol del médico generalista se debe rescatar, además de duplicar, por lo menos, el número de enfermeras profesionales que existe en la actualidad.
Los puentes de entendimiento entre los agentes del sistema deberán comprometernos a trabajar por cambiar el enfoque y solucionar esos retos fundamentales que existen con el modelo que opera en la actualidad. Es nuestra responsabilidad y el destino común que nos llama a quienes trabajamos por la salud del país.
Augusto Galán Sarmiento
Exministro de Salud
El acuerdo de paz 2
La salud necesita de todos para conservarla, la enfermedad demanda de la ciencia médica para sanarla. El tema es de enfoque y énfasis.
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