Coincidiendo con la reunión entre Trump y Putin, la Unión Europea (UE) y China celebraron su vigésima cumbre anual, y Europa firmó con Japón el más amplio acuerdo comercial de la historia. Al instalar la reunión, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, declaró: “es obligación común de Europa, China, América y Rusia no empezar guerras comerciales”, y propuso “empezar juntos el proceso para una reforma de la OMC, basada en el multilateralismo y el libre comercio”. Por ahora, el PIB de China en el segundo trimestre creció 6,7 por ciento, solo una décima menos que en el periodo anterior, sin reflejar aún el impacto de las medidas proteccionistas estadounidenses.
Actualmente, el intercambio comercial entre la UE y China alcanza 1.500 millones de euros diarios, y esperan firmar antes de octubre un acuerdo sobre denominaciones de origen; China se ha mostrado dispuesta a avanzar en derechos humanos, tema del que antes se negaba a hablar, y ha liberado a Liu Xia, viuda del fallecido Nobel de Paz, Liu Xiaobo.
Al reclamar el reconocimiento de las nuevas realidades geopolíticas, el primer ministro chino Li Kequiang recalcó el compromiso de “mejorar la gobernanza del sistema internacional incluyendo la OMC”, y sostuvo que “es importante que China y la UE defiendan el multilateralismo y promuevan la construcción de un mundo multipolar” (Financial Times, julio 17 del 2018).
China había rechazado alinearse con Europa en contra de los aranceles estadounidenses, pero ahora busca mostrar a Washington que se pueden obtener concesiones por la vía negociadora, y continuará su apertura a las exportaciones e inversiones europeas en agricultura, farmacéutica y automotriz. Además, del tratado de protección de inversiones que están negociando exploran un acuerdo de libre comercio.
En respuesta al alinderamiento de países en su contra, Estados Unidos denunció ante la OMC a la UE, China, México, Canadá y Turquía por la aplicación de aranceles a sus exportaciones, argumentando que las medidas adoptadas por estos países son ‘ilegales’, a diferencia de las estadounidenses, que responden a ‘intereses de seguridad nacional’.
Tusk se refirió a nuevas reglas sobre subsidios industriales y derechos de propiedad intelectual en la OMC, y China ha moderado su política ‘Hecho en China 2025’, que buscaba privilegiar la industria nacional y liberalizar servicios financieros, industrias automotriz y farmacéutica, para atraer inversores extranjeros.
China espera que la reforma de la OMC incluya el tratamiento especial que recibirán sus empresas estatales, y que hará más ágil y exigente la solución de disputas. Además, ha reclamado a Europa por no reconocerle su estatus de ‘economía de mercado’, como quedó acordado al ingresar China en la OMC.
La Unión Europea, por su parte, está considerando una legislación que removería la distinción entre ‘economía de mercado’ y ‘no economía de mercado’ en disputas antidumping.
Beethoven Herrera Valencia
Profesor de las universidades Nacional y Externado