La primera impresión que se tiene al visitar Filipinas es la tolerancia de la opinión y los medios ante la avalancha de asesinatos ocurridos en el contexto del combate al narcotráfico. La acción del gobierno para enfrentar la fuerte extensión de este fenómeno cuenta con el 90 por ciento de apoyo, según las encuestas.
Paradójicamente, la declaratoria unilateral de cese del fuego por parte del gobierno ante la guerrilla izquierdista tradicional, ha tenido menos repercusión que las consecuencias de la forma agresiva como este ha abordado la lucha contra el narcotráfico, al tiempo que se propone una estrategia de tratamiento de los adictos, estimados en tres millones.
Tras la declaratoria de cese del fuego, el inicio del proceso de paz conducirá a la liberación de los presos políticos, y las conversaciones entre las partes se realizarán en Oslo.Luego de ser elegido, en 1988, como alcalde de Davao, en la isla de Mindanao, donde fue regidor por 22 años en diversos periodos, Rodrigo Duterte llegó a la presidencia con un discurso de mano dura contra las actividades ilegales. Al tomar posesión del cargo, el mandatario advirtió que se proponía superar el “imperialismo de Manila”, para lo cual impulsa reformas fiscales, y prometió acabar con el narcotráfico en seis meses, y por ello promueve el establecimiento de la pena de muerte.
Duterte, además, plantea implementar una ley de salud reproductiva (combatida por la Iglesia), y medidas que protejan a la mujer y a las poblaciones indígenas. También ha advertido que promoverá la separación entre la Iglesia y el Estado, “que no equivale a separación entre Dios y el Estado”, en un país de mayoría católica, único en Asia.
En una abierta crítica al sistema político vigente en Filipinas, el nuevo presidente ha propuesto avanzar hacia un régimen federal y parlamentario, declarándose admirador de Francia, lo cual resulta exótico, a la vez que adopta estrategias que son objeto de crítica por laxitud en la protección de los derechos de los sospechosos de crímenes.
Fue vehemente la respuesta de Duterte al llamado de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para detener las ejecuciones extrajudiciales que se vienen utilizando en el combate al narcotráfico. En efecto, se conocieron críticas por parte de expertos de la ONU acerca de las 1.000 ejecuciones sumarias, realizadas por fuerzas gubernamentales, sin mediar decisión judicial y sin que exista la pena de muerte. El presidente consideró las críticas de los especialistas de la Organización como “estúpidas”, y calificó a la Naciones Unidas de “inútil”, refiriéndose a la acción de ese organismo contra el hambre, el terrorismo y los conflictos armados. Frente a la pregunta sobre lo que se proponía hacer, respondió: “quizá decida retirarnos de las Naciones Unidas”, y avanzó la idea de convocar a China y países africanos a constituir otro organismo global.
En su primer informe al Congreso, Duterte estableció como prioridades legislativas otorgarle poderes de emergencia para controlar el narcotráfico, recortar los impuestos a las corporaciones, flexibilizar el secreto bancario y establecer un sistema federal, junto a medidas prácticas como extender la vigencia de los pasaportes, vender los pasajes del metro en las tiendas y sacar la aviación privada del congestionado aeropuerto de Manila. (The Philippine Star 26/7/16).
Duterte fue elegido por una amplia mayoría, derrrotando al candidato de las familias tradicionales. A él le correspondió recibir el fallo del Tribunal Internacional de Arbitraje a favor de Filipinas en la demanda contra las acciones de China en el Mar del Sur del Pacífico, entablada por Benigno Aquino, anterior presidente. No obstante, Duterte le ha bajado el tono a los reclamos contra China, y dice que espera mantener las mejores relaciones con el gigante asiático, al tiempo que continúa operando como plataforma estratégica de Estados Unidos en Asia.
También, otra crítica notable del presidente Duterte ha sido para los acuerdos climáticos contra el calentamiento global, argumentando que son impuestos por los países desarrollados, pues estima que ellos limitan el desarrollo de su país, y calificó los acuerdos de París, de diciembre del año pasado como “estúpidos y absurdos”.
Duterte propone que el Congreso de su país no ratifique el mencionado acuerdo sobre calentamiento global, que fue suscrito por el anterior gobierno, ya que considera que hacerlo limitaría las posibilidades de desarrollo de su país; si llega a imponerse su tesis de no ratificación, esto implicaría la pérdida de cooperación internacional para acciones de mitigación del impacto del cambio climático y de manejo de desastres, en un país que enfrenta más de 20 tifones por año.
El temperamento impredecible del presidente ha salido a flote en diversos momentos, siendo el más grave su comentario irónico y burlesco tras la violación colectiva y asesinato de la monja australiana Jacqueline Hamil, en una toma de rehenes en 1989 en una cárcel en Davao. En esa ocasión dijo, causando el enfado de las organizaciones sociales: “pero era tan guapa (…) ¡el alcalde debió ser el primero (en violarla)!” (Excelsior, agosto 21 de 2016).
Beethoven Herrera Valencia
Profesor de las U. Nacional y Externado.
análisis
Filipinas: combate extrajudicial contra la droga
El presidente Rodrigo Duterte prometió acabar con el narcotráfico en seis meses, para lo cual promueve el establecimiento de la pena de muerte.
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Beethoven Herrera Valencia
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