Aunque se cree que entre estos pensadores existió solo confrontación, la oposición de Keynes, en Versalles, a las sanciones a Alemania propuestas por Francia, causaron buena impresión en Friedrich Hayek, austríaco, quien había vivido personalmente la experiencia de la Primera Guerra Mundial.
Lastimosamente los acercamiento que Hayek intentó no fueron bien correspondidos por Keynes. A exponer ese proceso de coincidencia y distanciamiento, se dedica la obra Keynes y Hayek, el enfrentamiento que definió la economía moderna, de Nicolás Wapshott.
Keynes había acusado a los aliados de una cruel indiferencia hacia la situación de los austriacos. Y escribió: “Europa, siendo desintegrada y pasando hambre ante sus ojos, era incapaz de despertar el interés de los aliados”. El peligro que enfrentamos, escribió Keynes, “es la rápida caída de los estándares de vida de las naciones europeas, a tal punto que significará verdaderas hambrunas (…). Los austriacos no podrían pagar las reparaciones impuestas, ya que no tienen nada”. (Las consecuencias económicas de la paz).
Lamentablemente, sus palabras no tuvieron eco, se impusieron las sanciones y en una década llegó la Gran Depresión y luego la Segunda Guerra, pues Hitler convocó a desconocer ese tratado y a rearmarse. El Plan Marshall, lanzado después de la Segunda Guerra, y la condonación de la deuda alemana en 1953, parecen una concesión tardía de la razón a Keynes.
Keynes advertía que mientras el patrón oro persistiera, los bancos centrales deberían elegir entre inflación y deflación. Pero frente a la propuesta keynesiana de usar la emisión monetaria, incluso inorgánica, como herramienta contra la recesión, Hayek advertía que: “Incluso si se administra con suma precaución y una habilidad super humana, el plan de dejar que el gobierno inyecte dinero en el sistema para provocar demanda podría, tal vez, funcionar para prevenir crisis. Pero, aun así, a largo plazo esta manipulación de la economía podría traer un grave desbalance al sistema económico” (Wapsoth, página 50).
Hayek se enfrentó a quienes, como Keynes, creen que una economía funciona mejor cuando hay cierta cantidad de inflación, y recomienda “Resistirse a la bien intencionada, pero peligrosa propuesta de curar la depresión con un poco de inflación”.
El uso de políticas de expansión cuantitativa por parte de la FED en Estados Unidos y del Banco Central Europeo, para enfrentar la reciente crisis financiera han sido inspiradas en Keynes. Pero los abusos de la emisión inorgánica de moneda causaron una verdadera catástrofe monetaria en América Latina: la desaparición del cruzeiro en Brasil, del peso y del austral argentinos, del sol y del inti peruano, del sucre ecuatoriano y del colón salvadoreño, constituyeron un reconocimiento a las advertencias de Hayek, acerca de los efectos perversos de abusar de la emisión monetaria.
*Colaboración, Sergio Nocua.