En un estrecho territorio de 10.452 kilòmetros cuadrados habitan siete millones de libaneses –además de los desplazados sirios por la guerra–, quienes viven fundamentalmente de las remesas que envían sus familiares que están dispersos por el mundo. Su gobierno esta formado por un presidente maronita, el general Michel Aoun, de 85 años, el primer ministro es Saad Hariri –hijo de Rafik, quien fue asesinado en el centro de Beirut– y el chiita Nabil Berry, presidente del Congreso de Diputados.
Dada su posición estratégica, Líbano fue ocupado por romanos, griegos, egipcios, otomanos, cruzados, franceses, israelitas y sirios; al punto que su soberanía e integridad han estado siempre amenazados por poderosos vecinos o conquistadores. El cedro, símbolo de su identidad y diseñado en su bandera, es una madera muy resistente a las altas temperaturas, al envejecimiento y a la humedad, y fue llevado por Salomón para su templo y por los egipcios para obtener aceite para la momificación.
Tras la salida de los franceses en 1946 siguieron diferentes ocupaciones, y Líbano mantiene un frágil gobierno de coalición que representa a las diferentes comunidades. La ocupación por parte de Israel condujo a las masacres ordenadas por Ariel Sharón contra los asentamientos palestinos de Sabra y Chatila, y la posterior ocupación siria generó resentimiento en los libaneses, de modo que aunque las tropas sirias salieron, la reciente llegada masiva de sirios huyendo de la guerra ha traído miles de refugiados buscando protección. Hubo control sirio del Líbano hasta la muerte de Hariri; y un monumento conmemora los mártires que murieron por oponerse a la presencia de tropas extranjeras.
La convocatoria, al parecer forzada, por parte del nuevo líder de Arabia Saudita –príncipe heredero– Mohammed bin Salman para forzar la renuncia del primer ministro Saad Hariri, parece estar motivada por la reunión que Hariri sostuvo con funcionarios de Irán, rival saudí, y por deudas que Arabia tiene con Hariri. El nuevo liderazgo saudí bloqueó a Catar, pero la gobernabilidad del Líbano pasa por la participación política de Hezbollah.
La renuncia desde Arabia, por televisión, del primer ministro Saad Hariri no fue aceptada por el presidente libanés, y luego de regresar de París, Saad Hariri reasumió sus funciones, aunque se especula que pudo haber retornado con condicionamientos de Arabia, por ejemplo desarmar a Hezbollah y distanciarse de Irán.
En el centro de Beirut se levanta el monumento a sus víctimas y la catedral de Nuestra Señora del Líbano, situada en Harissa, tiene una imponente forma de barco fenicio, mirando al mar, como tributo de recordación a la tradición milenaria de comerciantes que han mantenido sus herederos.
Beethoven Herrera Valencia
Profesor, universidades Nacional y Externado / Colaboración de Ana Juri