Mientras la Casa Blanca impulsa la xenofobia y desconoce el calentamiento global, en Nueva York y Boston se respira tolerancia hacia los inmigrantes, respeto por la diversidad y políticas incluyentes.
Frente a la Estatua de la Libertad se conserva el monumento a los inmigrantes, y frente a la Bolsa de Valores se ha levantado la estatua de una niña que reta al toro que ha simbolizado al mercado.
El alcalde de New York, Bill de Blasio, ha establecido la gratuidad de la educación desde los 3 hasta los 5 años y en esta ciudad, considerada santuario de inmigrantes, las autoridades del Estado no exigen papeles para detectar indocumentados.
En Broadway se presenta el musical Hamilton que rinde homenaje al secretario de industria de George Washington y quien encarna dicho personaje es un actor de raza negra.
El metro llega ahora más al norte de Manhattan, se inauguró el monumento donde se levantaban las torres gemelas y la plataforma digital Vía permite transportarse a cualquier sitio de Manhattan por cinco dólares.
En Boston se conserva la línea roja de cuatro kilómetros que recorrieron los patriotas para resistir a las fuerzas coloniales inglesas. Impresiona una ciudad que gira en torno a la ciencia, la investigación y la cultura; que recibe cada año 20 millones de turistas, defensora de la diversidad sexual, con una larga tradición de lucha por la equidad de género.
En seguimiento de su tradición de independencia, el Estado de Masachussetts ha cambiado el sentido de la fiesta de la raza para convertirla en celebración de la resistencia.
Mientras Harvard ha obtenido 159 premios Nobel y el MIT posee 87 de esos galardones, el MIT ha registrado 88 patentes y Harvard 77; 184 multinacionales invierten en las universidades para financiar las investigaciones y en esta ciudad se encuentran radicados 120 laboratorios farmacéuticos.
Su fortaleza se expresa en el hecho de que Harvard tiene su propia policía, banco, aseguradora, hospitales, clínicas y cuatro satélites; en tanto que MIT genera su propia energía y tiene reactor nuclear.
La idiosincrasia pluralista se entiende bien si se sabe que en Harvard se estudian 5.000 religiones, que el guatemalteco Rosales restauró la bahía de Boston y que en 1942 Harvard admitió a una mujer y a un afrodescendiente para estudiar farmacología.
¡En las aulas de Harvard se han formado ocho presidentes de la Nación!
La cúpula de la Universidad de Harvard bañada en oro celebra la grandeza de un claustro cuya biblioteca ofrece 18 millones de volúmenes y en cada rincón de la ciudad se respira el respeto por la memoria histórica.
Entre tanto New York se apresta a construir un edificio dinámico, cada uno de cuyos pisos girará a una velocidad diferente.
Beethoven Herrera Valencia
beethovenhv@yahoo.com
Con colaboración de Mónica Machado