La participación de Alemania en el rescate de Grecia e Irlanda, y la perspectiva de que similar política se siga frente a las crisis de Portugal y España, ha generado una severa inconformidad entre los ciudadanos germanos que no están conformes con que después de soportar recortes salariales en su país, terminen subsidiando retiros generosos en Grecia y bajos impuestos corporativos en Irlanda. Y esta molestia se une al riesgo de que la Corte Constitucional alemana declare ilegal la participación de ese país en planes de rescate a otra naciones.
La solidez que tuvo el marco como moneda nacional de Alemania permitió en su momento acudir al rescate del franco francés, y Alemania pudo construir una economía tan sólida que ocupa el primer lugar mundial en exportaciones per cápita.
Su abandono para adoptar el euro estuvo acompañado de promesas de que la nueva moneda mantendría similar solidez y que no habría ventana de salvamento para países manejados de modo improvidente. Pero ahora resulta necesario salvar a los países en dificultades, so pena de que colapse la unión monetaria.
La canciller Merkel impulsó la idea de que los inversionistas privados asuman parte del costo de rescatar a los países mencionados, y dicha propuesta fue adoptada por el grupo de los 27, pero la reacción de los inversionistas ha sido reducir su exposición y elevar los márgenes de riesgo al adquirir bonos de Portugal, España, Bélgica, Italia y Francia.
El Presidente de Goldman Sachs reaccionó diciendo que "el país más fuerte de la Eurozona debe seguir contribuyendo a los rescates para salvar el bloque", pues a Alemania le ha servido altamente el mercado común de la región europea, y ello explica en gran medida su superávit comercial.
En medio de la tormenta, Jean Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo ha llamado a la continencia verbal a funcionarios que hablan por fuera del mandato de las funciones que ejercen, agravando la desconfianza; y ha reiterado que los problemas del euro, aun si son graves, no permiten poner en entredicho el futuro de la Eurozona. A la vez, declaró que desde su cargo no es responsable de supervisar a los países; y si bien ello es cierto, la ausencia de auditoría ha permitido a varios países adoptar políticas insostenibles.
Por su parte, Nouriel Roubini, famoso por su acertado pronóstico de la crisis hipotecaria, ha recomendado a Portugal acudir al FMI urgentemente, en búsqueda de un paquete de rescate; ya que la demora sólo conseguirá agravar la situación y contagiar a sus socios.
Ya comienza a especularse con alternativas, como la creación de una nueva asociación de los países estables (Austria, Finlandia, Países Bajos y Alemania), en torno probablemente a un marco renacido. Otra alternativa es que los países en dificultades tengan la posibilidad de salir del sistema monetario, pero no existe un mecanismo previsto y hacerlo de modo precipitado generaría una estampida de capitales.
Si los Estados en crisis saliesen de la unión monetaria, podrían devaluar sus monedas, recuperar competitividad y retornar a la estabilidad. Pero si se decide mantener la actual zona monetaria, será necesaria la coordinación fiscal, pues el nacionalismo presupuestal ha permitido los abusos.