Todos los 21 de enero Evo Morales va a Tiwanacu –lugar sagrado de los aymarás, donde tomó posesión de la presidencia en el 2006– a agradecer a la Madre Tierra el hecho de que, tras 500 años de ser gobernados por blancos, haya alcanzado la presidencia en un país en el que 62 por ciento de la población es indígena. Y en diciembre convocó un referendo para el próximo 21 de febrero para modificar el Artículo 168 de la Constitución Política y establecer dos reelecciones continuas, de modo que Evo podría postularse en el 2020 y gobernar hasta el 2025, Bicentenario de la Independencia del país.
La aspiración reeleccionista se apoya en la prosperidad económica y el mejoramiento de la equidad social que se ha logrado bajo su gobierno, gracias a lo cual mantiene una aceptación del 60 por ciento, al tiempo que la oposición se encuentra desarticulada y sin un liderazgo capaz de enfrentarlo, y tampoco se observan en el campo gubernamental figuras de relevo.
Bolivia es el cuarto productor mundial de estaño, dispone de la segunda mayor reserva de gas de Latinoamérica (48 trillones de pies cúbicos) y ha aumentado su producción de petróleo, de modo que en el 2013 generó una renta de 5.400 millones de dólares, impulsando así el crecimiento del PIB a un nivel de 6,78 por ciento. La nacionalización de los recursos naturales y servicios básicos, a la vez que renegociaba los contratos petroleros, permitió al Estado tener mayor protagonismo en la orientación de la economía.
Esta bonanza fue favorecida por los buenos precios del petróleo y del gas, de modo que bajo el mandato de Evo –entre el 2006 y el 2015– Bolivia exportó 78.000 millones de dólares, en tanto que entre 1996 y el 2005 había exportado solo 17.000 millones de dólares. Sin embargo, debido a la caída de los precios, el crecimiento de 6,8 por ciento caerá a alrededor del 5 por ciento, lo cual sigue siendo superior al de la región. Las ventas de gas a Brasil y Argentina cayeron 37,3 por ciento el pasado año, y como los hidrocarburos representan el 42,3 por ciento del total de sus ventas externas, después de 12 años de superávit, acaba de registrar un déficit en el 2015 de 773,8 millones de dólares. Pero el hecho de que Bolivia posea el 80 por ciento de reservas mundial de litio, le abre una perspectiva positiva por el uso estratégico de dicho mineral en los equipos modernos de comunicación.
Es innegable el impacto que la gestión de Evo ha tenido en la reducción de la desigualdad: si en el 2005 los más ricos tenían 128 más ingreso que el 10 por ciento pobre, en el 2014 se redujo a 39 veces, y en el área urbana la diferencia cayó de 35 a 18 veces. En este periodo, la pobreza extrema cayó de 39 al 17 por ciento, redujo a la mitad las personas subalimentadas, la cobertura en electricidad alcanza al 87,4 y 97,2 por ciento en zonas urbanas, al tiempo que la cobertura de agua subió hasta 84,9, y el gobierno entrega subsidios a 3,4 millones de personas.
A pesar de tratarse de un gobierno de izquierda, el FMI y el Banco Mundial han debido elogiar a un país cuyo PIB pasó de 9.000 a 33.000 millones entre el 2005 y el 2014, con un crecimiento promedio de 5,1 por ciento anual, superior al de la región. La inversión extranjera directa anual se ubicó en 2.030 millones de dólares, además de un incremento de 15.445 millones de dólares en reservas internacionales en en el mismo lapso.
Evo construyó el telesférico desde La Paz al municipio de El Alto, y ha rescatado la memoria de líderes progresistas como el presidente Gualberto Villarroel, quien promulgó la Ley General del Trabajo en 1939, pero fue asesinado y su cuerpo arrastrado por sus verdugos. Ahora tiene una estatua en la capital, pero los empleados públicos siguen careciendo del derecho a la negociación colectiva con el Estado.
El tren de Santa Cruz a Cochabamba, así como el bioceánico de 1.600 kilómetros, que unirá por Bolivia el puerto Atlántico de Santos (en Brasil) con el peruano de Ilo en el Pacífico, está atrayendo inversiones –150 empresas estadounidenses y 350 de Hamburgo se han mostrado interesadas en invertir en Bolivia–.
Pese a los logros económicos, reconocidos por todos, el país sigue siendo dependiente de la exportación de minerales, ello lo hace vulnerable al ciclo de la economía mundial, y dado que exporta la mayor parte del gas a sus vecinos Brasil y Argentina –afectados por severas crisis económicas–, el modelo de inserción externa es altamente vulnerable.
Debido a los graves impactos que la desaceleración económica mundial ha tenido en la economía boliviana, el presidente Morales vincula su permanencia en el cargo como factor de estabilidad para reducir los impactos de la crisis mundial, pero sus críticos preferirían que se abra paso a la alternación política. Después de un siglo de convulsiones, con recurrentes golpes militares, la permanencia de Evo por casi una década en el gobierno ha traído una estabilidad política desconocida hasta ahora.
Tras la derrota de la izquierda en las elecciones de Venezuela y Argentina, el referendo de Bolivia permitirá saber si esa tendencia continúa o el país marcará una inflexión.
La consigna de la campaña de reelección reza “Con Evo vamos bien”.
Y los hechos lo respaldan…
Beethoven Herrera Valencia
Profesor de las universidades Nacional y Externado.
Referendo en Bolivia: ¿se queda Evo?
Pese a los logros económicos, el país sigue siendo dependiente de la exportación de minerales, lo que hace vulnerable al ciclo de la economía mundial.
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