Son muchas las causas que se aducen para explicar el fenómeno de la deforestación de los bosques en el mundo (aprovechamiento no sostenible, ampliación de la frontera agrícola, proceso reiterativo de colonización, consumo de leña, minería y grandes obras de infraestructura, incendios y, en países como Colombia, expansión y destrucción de cultivos ilícitos).
Pero, por detrás de muchas de estas razones, está otra más profunda y poderosa: la baja valoración de los bosques por el no pago, a sus poseedores, de los valiosos servicios ambientales que estos prestan a la sociedad (conservación de la biodiversidad, protección del agua y regulación de sus caudales, conservación del suelo, entre otros).
Desde el punto de vista económico, el valor de un activo depende de la ganancia que se obtenga de él.
En el caso de los bosques, si el rendimiento que se puede conseguir de ellos es muy bajo porque no se pagan sus servicios ambientales, su valor también lo es.
Si quienes poseen los bosques no reciben una remuneración por su posesión, no tienen ningún incentivo para cuidarlos y conservarlos y, por el contrario, el costo de oportunidad de mantenerlos los estimulará a destruirlos para establecer allí otra actividad que sí les dé rendimientos.
Para enfrentar esta realidad hay que buscar opciones para que los servicios ambientales sean pagados. En el caso de la protección del paisaje, esto puede lograrse mediante el desarrollo de un turismo ecológico que brinde la oportunidad de disfrutar del encanto, paz y belleza de la naturaleza.
En Colombia ya se han dado pasos para crear este servicio, aún insuficientes, principalmente por el problema de la inseguridad rural, pero a medida que se sigan logrando avances para superarlo, se puede aprovechar la maravilla de nuestro territorio.
Recientemente estuve en San José del Guaviare, capital de una región tradicionalmente azotada por la violencia y los cultivos ilícitos, y que ha venido superando estos problemas;hoy vive el difícil pero indispensable tránsito desde la ilegalidad hacia las actividades lícitas.
Mi grata sorpresa es que pude disfrutar de diversos sitios selváticos de una belleza esplendorosa, con cristalinos ríos, cascadas, majestuosos puentes naturales, gran variedad de árboles y plantas, caminos y veredas para transitar.
Quizás el paraje más impresionante es el tramo de un río donde el agua discurre sobre grandes piedras muy planas, anchas y lisas y por lo tanto está muy expuesta al sol. Esta característica tiene un doble efecto: la humedad y la luz del sol hacen que proliferen las algas rosadas dándole al río este bello color, y las cascadas y piscinas naturales que hay aguas abajo mantienen una deliciosa temperatura tibia.
Es un lugar digno del más exigente turismo global.
Sin embargo, la infraestructura de turismo es aún incipiente. En cada sitio por lo general se encuentra sólo una enramada donde se venden cervezas y gaseosas y se prestan algunos pocos servicios básicos.
El desarrollo de la industria del turismo podría generar empleo, grandes ingresos y, sobre todo, aumentar el valor de estas bellas áreas boscosas.