Las personas creemos que lo que se nos ha dicho y repetido constantemente es cierto, más aún si esta creencia nos conviene y no presenta un esfuerzo para nosotros.
Se nos olvida que las verdad cambian, conforme crecemos; de bebes nos hacían todo, y de adultos tenemos que hacer todo, redefiniendo muchas cosas.
La política económica debe enfrentar un enorme problema: las creencias y percepciones de la gente, mayormente causadas por ideologías políticas, y no por la realidad.
Hay dos asuntos que expresan claramente y se debe ser muy hábil para comunicarlos al país, para que lo comprendan con lo mejor posible: las exenciones tributarias y las pensiones. Las pensiones, son un mecanismo de ingreso para las personas que superan la edad de trabajar, asegurando en alguna medida su calidad de vida, suponiendo una serie de cosas que al final, no son tan ciertas, como que “ya no deben, pueden o quieren” trabajar, lo cual ya es insostenible, o que su ingreso “puede ser menor” que su salario promedio, porque tiene menos gastos, pero los “abuelos” son una fuente importante del ingreso de sus hijos.
Se cree que la pensión es para toda la vejez, cosa que no es del todo cierta. En el régimen actual hay que tener un ahorro pensional muy alto para asegurar un ingreso de los 65 a los 80 años, y en el caso del régimen anterior la pensión se financiaba con el modelo de “solidaridad”, donde un jubilado tenía una pensión con los aportes de ocho jóvenes que cotizaban; así, al haber más viejos que jóvenes, el sistema debió cambiar, y aunque muchos lo crean diferente, el dinero de los aportes no existe, porque ya se les dio a los pensionados de esa época.
Las exenciones de impuestos son otro tema muy complicado.
La verdad es que cuando no se cobra un gravamen se está subsidiando a la población a la que no se le aplica este.
Si el IVA solo se les cobra a unos productos, bajo la premisa de no hacer pagar a los pobres un impuesto que no pueden pagar, lo que también pasa es que las personas que pueden pagarlo no lo pagan, y estamos subsidiando a esa población: más del 65% de los colombianos no son pobres, y no pagan IVA de muchas cosas. Es decir que si la papa no tiene IVA, no solo es más barata para el pobre, sino para el rico, que al final no paga impuestos por eso.
Con el impuesto de renta pasa algo similar, ya que aquellos que no aportan no ayudan al recaudo tributario, pero sí buscan la forma de obtener subsidios, lo cual, claramente no resulta ético.
Decir que algunas pensiones deben ser revisadas, que el IVA debe ser aplicado a todo y para todos y que el impuesto de renta debe tener mayor cobertura es enormemente impopular, porque la gente piensa que tiene unos derechos que los protegen, pero estas creencias no son válidas porque se plantearon en un país que era diferente al de hoy en día.
Cambiar estas creencias es el gran reto de este gobierno, con la enorme ventaja de que no tiene la tentación de la reelección y podrá hacer lo correcto sobre lo popular. No es fácil.
Camilo Herrera Mora
Fundador de Raddar Consumer Knowledge Group
camiloherrera@raddar.net