Señor Presidente, con todo respeto, como ciudadano, le pido que radique la reforma tributaria ya. El país requiere dar ese paso no solo para mejorar su situación fiscal, sino para darle luz a los hogares y a los inversionistas para tomar decisiones. Comprendo lo complejo que es hablar de impuestos en momentos de diálogos de paz y más aún en su fase de refrendación.
Claramente, no he sido presidente de la República para poder comprender lo complejo que es estar en el poder nacional, pero sí he aprendido de buenas conversaciones con expresidentes nacionales e internacionales, que el poder sufre de la tentación de la popularidad, sobre todo en un escenario democrático y presidencialista como en el que vivimos.
El debate entre hacer lo popular y lo correcto es muy complejo. A la gente le encanta que un presidente haga cosas que le gusten a todos y nadie tenga que asumir una responsabilidad directa, pero en muchos casos se deben tomar decisiones que nadie quiere, y el tema tributario es uno de los más difíciles de manejar. Personalmente, creo que la palabra ‘impuesto’ es una de las mejores de nuestro idioma, porque nos recuerda que debe ser una imposición, pues el modelo democrático no ha construido los mecanismos y resultados para que pagar tributos sea voluntario.
El país sabe que viene la reforma, y diversas voces han dicho que usted no la presentará hasta que no pase la refrendación del proceso en La Habana. Pero estoy seguro de que usted sabe que la inquietud que genera no presentarla, puede ser más dañina para ese proceso que hacerla. El país tiene la madurez necesaria y los medios de comunicación la seriedad requerida para llevar el debate al país, con información clara y concreta, a lo que se sumaría a una clara comunicación de su despacho y del señor Ministro de Hacienda explicando a la gente qué es la reforma, por qué se necesita y como le afectará el bolsillo, que, según mis cálculos personales, no será superior al 1 por ciento del gasto de los hogares.
¿Por qué debemos pagar impuestos?, porque somos un Estado Social de Derecho, donde el Estado –que somos todos– debe asegurar el cumplimiento de los derechos de las personas, y esto tiene un costo, pues la educación, la salud, la seguridad, la justicia y la infraestructura no se pueden dar sin financiarlas. Sé que desde tiempo atrás los colombianos se excusan en la corrupción para evadir su responsabilidad de pagar impuestos, pero también sé que saben que han sido beneficiados por ellos, y que cada peso que pagan hoy de gravámenes hace un mejor país para sus hijos.
Es fácil señalar las grandes deudas de la nación con sus ciudadanos, pero difícil que cada uno asuma la deuda que tiene con su país. No hay forma de construir una mejor nación sin sacrificar algo de nosotros mismos, nuestros esfuerzos, nuestras horas de trabajo, del patrimonio que hemos construido. No es un tema de generosidad, sino de responsabilidad.
Sé que el momento es complejo. Muchas cosas afectan la economía y la política nacional, pero esto no debe ser un motivo para no asumir la compleja responsabilidad de un presidente: hacer las cosas que se deben hacer, pese a que sean impopulares, como usted lo ha hecho con la paz.
Camilo Herrera M.
Presidente de Raddar
camiloherrera@raddar.net
Presidente, radíquela ya
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Camilo Herrera Mora
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