De oportuna y seria se ha catalogado la aprobación del Presupuesto de 2013 en comisiones económicas de Senado y Cámara. Queda claro que el Congreso dejó de ser el convidado de piedra de los presupuestos nacionales precedentes, alejados de prebendas bajo la mesa de pasados gobiernos.
Por lo mismo, fue estudiado a plenitud, discutido públicamente, priorizando los proyectos de impacto regional incluidos en el Plan de Desarrollo, y que dieron como resultado un presupuesto aprobado de $185,5 billones.
En los debates se efectuaron los traslados presupuestales necesarios para aumentar la inversión de $40,7 a $42,6 billones, que representan el 5,9% del PIB, convirtiéndose en la más grande de la historia, que sin lugar a dudas reactivará el empleo y el sector productivo nacional.
Urgía que se le suministrara de manera real combustible a las locomotoras para jalonar la economía, haciéndose a través del presupuesto de inversión.
Ejemplos de esto son: el Ministerio de Agricultura que pasó de $1,7 del 2012 a $2,24 billones, aumentando el 33,2%; la locomotora de vivienda pasó de $1,2 a $2,01 billones, incrementándose en más de un 64%; la de infraestructura y transporte, que llega a $7,1 billones, manteniéndose como una de las más poderosas; la locomotora fantasma, el supraministerio de prosperidad, ejecutará $7,9 billones en inversión, con el fin de realizar la política social del Gobierno, que esperamos no se vuelva clientelista.
Al Ministerio de Minas se le asignaron $3,07 billones, aumentándose un 13%.
Para dolor del doctor Uribe, en el tema de defensa no disminuimos el presupuesto con respecto al 2012; al contrario, aumentamos la inversión a $2,9 billones en Defensa y Policía Nacional, demostrando que, aunque empezamos a negociar la paz, no bajaremos la guardia un milímetro en seguridad.
Dos rubros que no podemos perder de vista son los de deuda y transferencias.
El total de la deuda llegará a los $45,5 billones, que representan el 24,5% del total del Presupuesto, incrementándose el endeudamiento en 17,4%; en cuanto a las transferencias, ascienden a $68,9 billones, 37% del Presupuesto Nacional, y cuyo peso del PIB es 9,6%. Los rubros más importantes que conforman las transferencias son: el pago de pensiones, por $24,8 billones, y al Sistema General de Participación se le asignan $28,2 billones.
Los gastos generales crecen un 3,9% ubicándose en $6,5 billones, aumento cercano a la inflación. Los gastos de funcionamiento suman $97,4 billones, creciendo dos veces y medio la inflación, que debemos seguir moderando hacia el futuro.
Hay que resaltar que no hemos logrado cerrar la brecha en la distribución del presupuesto entre los departamentos. Siguen siendo los ricos, muy ricos, Antioquia con $2,65 billones y Bogotá con $2,57 billones, mientras que los pobres como Guainía y Vaupés, a duras penas cuentan con $85.639 y $73.680 millones, respectivamente, del presupuesto. Nuestra tarea será ir logrando una mayor equidad regional. Podemos observar que este presupuesto le da todas las herramientas al Gobierno Nacional para reactivar el sector productivo y generar empleo.
Si con $42,6 billones de inversión, que representan el 5,9 del PIB no logramos este objetivo, es porque la corrupción está desaforada. Por eso le hemos incrementado los recursos a la justicia y los órganos de control para lograr el país que queremos.
Camilo Sánchez Ortega
Presidente Comisión Tercera del Senado
sanchezca42@hotmail.com