Las opiniones del expresidente César Gaviria Trujillo, que resumió con la frase de “justicia transicional para todos”, merecen ser analizadas con serenidad.
Desde el punto de vista del ambiente que desea crear para su discusión, debe resaltarse que parte de la base de que “ningún ciudadano se está oponiendo al proceso de paz con razones mezquinas y antipatrióticas” .
De esa manera, se distancia de la inexistente y dañina división, fomentada por el presidente Santos, entre amigos de la guerra y amigos de la paz.
Por otra parte, el punto de partida de sus reflexiones es el de que debe haber justicia, transicional sí, pero justicia, y no un simple perdón, con lo cual se sitúa dentro de la tradición colombiana en estas materias, que es la del rechazo a la impunidad total.
Un aspecto de particular importancia en sus reflexiones es el que hace relación al llamado a que las responsabilidades de los miembros de las Fuerzas Armadas, a la hora de aplicar la justicia transicional, sean solo por acción comprobada y no por omisión.
Con este planteamiento, el expresidente abre un debate necesario e inaplazable, de mayor calado, que es el relacionado con la teoría de los máximos responsables.
Por otra parte, es muy importante que vuelva a plantear la necesidad del pronunciamiento popular sobre lo que se acuerde.
Su posición puede dar lugar a que se discuta la posibilidad de diseñar un mecanismo de refrendación nuevo, toda vez que los que existen hoy no son procedentes por su naturaleza o por las dificultades prácticas para su aplicación.
Como se ha dicho en anteriores columnas, tal mecanismo requeriría de un acuerdo político y de Estado para poder garantizar su sostenibilidad jurídica y política.
El documento del expresidente tiene imprecisiones, como las relacionadas con el indulto automático al que hace referencia, y las referidas a la competencia subsidiaria de la Corte Penal Internacional en materia de investigación y juzgamiento de los culpables de los delitos de lesa humanidad, genocidio y crímenes de guerra. Y también padece su escrito de la falta de claridad que se ha visto a lo largo del debate nacional en curso acerca de la paz y la justicia.
Quizás esto obedece a que no ha sido posible que se comprenda que la Corte Penal Internacional no existe para entorpecer procesos de paz mediante sus decisiones, pero tampoco se fundó para apoyarlos, desconociendo y violando sus propias normas.
A pesar de lo anterior, es auspicioso leer al expresidente afirmando que la paz debe “adecuarse a las nuevas reglas internacionales”.
Esta es una posición que debe dar lugar a una reflexión nacional juiciosa acerca de la necesidad de encontrar mecanismos de transición, dentro del marco de las obligaciones que tiene el Estado, para que logremos la paz sin impunidad.
En fin, el documento de Gaviria es serio y merece discutirse con seriedad.
Carlos Holmes Trujillo García
Excandidato a la Vicepresidencia de la República
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