No es fácil hacer análisis objetivos en momentos en los que los colombianos nos encontramos en una de las dos orillas en la cual se ha ubicado claramente la sociedad colombiana. Sin embargo, es la calma de espíritu y la sensatez, lo que permitirá una salida buena para Colombia frente a la realidad que enfrenta.
Si bien esto es válido para todos, es especialmente importante para los que tienen la voz de mando ahora. Pero los ciudadanos han empezado a reconocer que tienen un lugar en la historia colombiana, que, si no se llena con sus ideas, propuestas y acción, será ocupada por los de siempre, lo que garantizará la exclusión como característica de esta sociedad.
El punto central de la agenda del país en estos momentos es la paz. ¿Se va a continuar con el proceso, del cual ya hay conclusiones y acuerdos claros; se va a limitar el debate a los asuntos de controversia, o se hará borrón y cuenta nueva en la negociación con las Farc que marcará la del Eln? Pero para que esta discusión no se enrede más de lo que está, es bueno acotar el debate.
Uno de los problemas a los que se enfrentó el ‘Sí’ fue que, hábilmente, el ‘No’ se encargó, de manera sutil, de que se mezclaran con la ratificación del Acuerdo otros elementos como la política del gobierno en distintos campos, la tristemente célebre ‘ideología de género’, la baja popularidad del presidente Santos, la familia, la religión, la inflación, entre otros. Es decir, le pusieron arandelas al debate del acuerdo en La Habana.
Al escuchar las primeras declaraciones del expresidente Uribe, en la noche del domingo, y al oírlo hablar de la defensa de la familia, de la religión, sentí que también, en semejante momento que atraviesa el país, se le van a empezar a poner arandelas al tema central: la paz como un derecho ciudadano, y para lograrla el debate se debe centrar en las negociaciones del conflicto con la guerrilla, primero con las Farc y después con el Eln. Las declaraciones del Procurador, que hoy siente que su candidatura a la presidencia es una realidad, confirman esa preocupación. Palabras más, palabras menos, afirmó que los creyentes le dieron la victoria al ‘No’.
Como los colombianos sabemos, por experiencia, que esas palabras no son inocentes y que definitivamente una parte muy importante del país sigue apegada a esos valores y descalifica a quienes no comparten sus ideas religiosas, preocupa que en un momento tan delicado se mezclen con el Acuerdo de Paz temas que nos alejan.
El debate de la paz es suficientemente complejo para ponerlo como un arbolito de Navidad, lleno de toda clase de luces que distraen e invisibilizan el objetivo prioritario, que no es otro distinto que encontrar consensos sobre la forma de parar definitivamente el conflicto armado.
Una de las arandelas más peligrosas que se le pusieron al plebiscito fue la politiquería. Cómo es posible que ya hoy, de acuerdo con los resultados del domingo, se señalan quiénes tendrán las opciones para la Presidencia del 2018. La paz es una decisión ciudadana, y muchos no lo entendieron así y esperaron que los buses los recogieran para votar y que les dieran los 50 o 100 pesos por voto. Y los políticos en vez de corregir esa cultura perversa del ejercicio del derecho al voto, en vez de aprovechar esa oportunidad para corregir su error, no movieron un dedo, por su visión egocéntrica que tienen de la política.
Si realmente los colombianos, tanto los del ‘Sí’ como los del ‘No’, queremos sinceramente apoyar el proceso de paz, lo primero que debemos hacer es adueñarnos de la paz y evitar las arandelas politiqueras que acabarían de nuevo con este derecho de todos.
Nosotros los ciudadanos por el ‘Sí’ fuimos tímidos y nos demoramos en reaccionar, probablemente porque para muchos era la primera vez en un país con una población sin formación política adecuada.
Pero ya aprendimos la lección: la paz en manos de los politiqueros, como un asunto de votos y no de derechos es un suicidio para el país. Así que asimilada esta enseñanza y creyéndole a los del ‘No’ de que quieren la paz, no permitamos que esa peligrosa arandela distraiga los verdaderos objetivos de lograr encontrar el camino para la no repetición de este conflicto armado.
Es la oportunidad real de la ciudadanía de este país. Por favor, no la desaprovechemos.
Cecilia López Montaño
Exministra - Exsenadora
Quítenle arandelas a la paz
Si realmente los colombianos queremos la paz, lo primero que debemos hacer es adueñarnos de ella y evitar las arandelas politiqueras.
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