La economía colombiana ha entrado en un periodo de fuerte ajuste, como lo confirman una serie de noticias de las últimas semanas: el crítico desbalance de la cuenta corriente, el deterioro de la confianza de los consumidores, la continua inflación por encima de las previsiones del Banco de la República, el cambio en las perspectivas sobre nuestra deuda por parte de una calificadora de riesgo.
Todo ello anuncia unos meses de dificultad económica, en los cuales lo normal será ver incremento del desempleo, una tasa de cambio con más presiones hacia el alza, aumentos adicionales en las tasas de interés y un deterioro aún mayor de las cuentas fiscales. No creo que vayamos a entrar en una recesión, pero nuestra tasa de crecimiento sí estará más cercana al 2 por ciento que al 3 por ciento del PIB.
El problema central es la ausencia de liderazgo por parte del Gobierno para afrontar esta situación. Primero, el Presidente parece dedicar su tiempo a dos frentes de trabajo: la recta final de los acuerdos de paz en La Habana y los múltiples escándalos, en los cuales se ha visto envuelto el Gobierno: Reficar, Isagen, la Policía…
Segundo, el equipo económico no está actuando como tal. Cárdenas luce solitario planteando un ajuste fiscal de seis billones y reiterando que la regla fiscal será cumplida, lo cual es cada vez menos creíble. Economistas de buen nivel, que hacen parte del gobierno, están dedicando su tiempo a otras cosas: Juan Carlos Echeverry, a lidiar con los líos de Reficar y Bioenergy; Alejando Gaviria, tratando de presentar un ‘nuevo modelo de salud’; Simón Gaviria, exponiendo las bondades de las inversiones de regalías. Pero hasta el momento, no parece haber una discusión de conjunto sobre qué hacer en este nuevo escenario de la economía colombiana.
Tercero, el sector de infraestructura, que debería ser la principal fuente de una política contracíclica, parece desarticulado del resto del gobierno y sigue sin lograr el cierre financiero de la mayor parte de los contratos de concesión adjudicados el año pasado.
En el gabinete hay por lo menos cuatro ministros con sus pensamientos puestos en las próximas elecciones y ello puede estar explicando la notoria desarticulación de las acciones del gobierno: todos ellos parecen estar olvidando una de las lecciones más claras de la relación entre política y economía: no es posible tener gobiernos de continuidad cuando la sociedad sufre por la economía.
Las cosas no se han salido, aún, de las manos y hay opciones de política para afrontar este ajuste a las nuevas circunstancias. Sin embargo, es claro que esto requiere de liderazgo por parte del presidente y de un equipo económico que hoy luce muy desarticulado.
César Caballero Reinoso
Director de Cifras y Conceptos
ccaballero@cifrasyconceptos.com
Columnista
Ajuste económico sin liderazgo
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César Caballero Reinoso
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