La llegada del nuevo gobierno ha traído un aire fresco al debate público del país. Los recién posesionados ministros, con discursos de cambio, propuestas de reformas y promesas de mejoramiento en casi todos los frentes, contribuyen a la construcción de un ambiente más optimista sobre la marcha de los asuntos económicos, políticos y sociales.
El último año de la anterior administración estuvo lleno de pesimismo, de debates irascibles y el desgaste luego de ocho años en el poder. Pero seamos honestos, la realidad es básicamente la misma. Un país que está mejorando, más lento de lo que quisiéramos, pero con una recuperación económica incuestionable: las tasas de interés han bajado de su punto máximo hace dos años, el crecimiento de la inflación se logró controlar y entró en el rango meta del Banco de la República, el déficit de la cuenta corriente dejó de crecer y está en los niveles históricos. La tasa de desempleo se mantiene en niveles históricamente bajos y hoy parece realista afirmar que el PIB pueda crecer cerca del 3 por ciento al finalizar este año.
Así que, el optimismo ayuda a ver los mismos hechos con un aíre más tranquilo y renovado que nos puede permitir los problemas, en sus justas proporciones, así como las cosas positivas del país.
Lo normal, cada cuatro años, es que la dinámica del país mejore en el segundo semestre, por la coincidencia de haber salido de las elecciones y el respiro que genera el mundial. Las inversiones privadas que se detuvieron ante la incertidumbre del escenario electoral se van a reactivar y generar un impulso a la actividad económica. En el sector público, las entidades territoriales, ya sin ley de garantías, van acelerar el volumen de sus gastos y el gobierno nacional, cuando el empalme haya terminado, hará lo propio entre noviembre y diciembre.
Las exportaciones, lideradas por hidrocarburos, pero con el beneficio de una tasa de cambio por encima de los 3.000 pesos, van a mantener su dinamismo y continuarán la marcha ascendente de los últimos meses. Los hogares, en las encuestas publicadas, muestran mayor optimismo sobre su situación y eso los lleva a aumentar su consumo. La combinación de mayor optimismo y menores tasas de interés, deberá resultar en un aumento en el endeudamiento de los hogares y las empresas, lo cual ya se empieza a notar en las cifras de nuevos créditos.
Colombia cuenta con un buen número de indicadores de mediano y largo plazo que nos permiten ver no solamente cómo marchan las cosas, sino también como las percibimos. El estado de ánimo es muy importante para el funcionamiento de la economía, y de la sociedad en general.
Por ello es muy conveniente que quienes hace pocos meses veían todo como un desastre, hoy reconozcan que las cosas no estaban tan mal y que pueden estar mejor.