En cuestión de días se debería dar a conocer uno de esos datos que son ignorados por el público en general, pero que le interesan a más de un analista.
Se trata del estimativo sobre el volumen de reservas recuperables de petróleo que tiene Colombia, un indicador del cual dependen, en buena parte, tanto la salud de la economía en general, como la estabilidad fiscal.
La cifra no sería tan trascendental si el país tuviera despejado el horizonte en esta materia. Lamentablemente no es así, pues a pesar de que la producción de crudo sobrepasó la barrera simbólica del millón de barriles diarios en promedio en el 2013, lo que hay en el equivalente de la cuenta de ahorros petrolera no es mucho.
Un dato preliminar del Ministerio de Minas, dado a conocer semanas atrás, señaló que, bajo el supuesto de que no se encontrara una gota más del hidrocarburo, lo que hay en el subsuelo daría apenas para siete años de extracción al ritmo actual.
Es verdad que si la cifra mencionada –cercana a los 2.400 millones de barriles– se confirma, representaría una ligera mejora, en comparación con los 6,9 años calculados previamente.
Sin embargo, no hay duda de que es necesario ampliar de manera significativa ese margen, pues no solo es necesario reemplazar los cerca de 370 millones de barriles que se sacan anualmente, sino tener un colchón de reservas más grueso.
Quien piense otra cosa no tiene más que tener en cuenta que el petróleo tiene un peso del 57 por ciento de las exportaciones y es el gran aportante a los ingresos del Gobierno. Cuando se suma lo que la Nación recauda por cuenta de los impuestos de renta que cancelan las empresas del sector, los dividendos que paga Ecopetrol y las regalías que van para las regiones, la cuenta sobrepasa los 30 billones de pesos anuales, que no es una cantidad menor.
Por tal motivo, hay que continuar el esfuerzo exploratorio con el fin de encontrar los 5.000 millones de barriles en reservas que son necesarios para tener el horizonte más despejado.
Una quinta parte de esa suma –calculan los especialistas– puede salir de aumentar las tasas de recobro de los campos existentes, a menos que se consigan avances en materia de tecnologías disponibles.
Si no es así, habría que ubicar 4.000 millones de barriles en nuevos descubrimientos, lo cual requiere inversiones millonarias.
En tal sentido, es alentador que el entusiasmo de la industria no se ha detenido. Los conocedores afirman que en el 2014 se dedicarán los mismos recursos que el año pasado –unos 5.300 millones de dólares–, con el fin de perforar más de 130 pozos.
Además, se mira con expectativa el posible hallazgo de hidrocarburos usando métodos no convencionales como la fractura de rocas en el subsuelo, siguiendo el mismo camino que se ha ensayado con éxito en América del Norte.
En principio, a lo largo de los próximos 36 meses se perforarían 60 pozos con un costo cercano a los 1.300 millones de dólares.
No obstante, ciertos cuellos de botella permanecen. Por ejemplo, el tiempo promedio de aprobación de una licencia ambiental pasó de 14 a 16 meses, de acuerdo con voceros del ramo. Por otra parte, las protestas sociales y las peticiones de las comunidades se han vuelto un factor que hace difícil cumplir con cronogramas y presupuestos.
Todo lo anterior, para no hablar de las grandes tendencias globales. En la medida en que Estados Unidos sigue expandiendo su producción interna, cada vez se escuchan más voces en el sentido de que los precios del petróleo tenderán a bajar a mediano plazo, a cerca de 75 dólares por barril.
Tal escenario implicaría que para no dar marcha atrás, Colombia tendría que elevar su producción interna con el fin de compensar con volúmenes las cotizaciones más bajas. Debido a ello, hay que redoblar esfuerzos para evitar escenarios preocupantes y, sobre todo, no volver realidad la pérdida de una autosuficiencia anunciada.
Ricardo Ávila Pinto
ricavi@portafolio.co
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