MARTES, 16 DE ABRIL DE 2024

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Ricardo Ávila
Editorial

Falta aplicarse más

Ricardo Ávila
Exdirector de Portafolio
POR:
Ricardo Ávila

El próximo mes de octubre se cumplirán cuatro años desde cuando Colombia comenzó el proceso formal para convertirse en un integrante más de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde). Desde entonces, el país ha completado numerosas tareas para formar parte de lo que se conoce como el club de las mejores prácticas, aproximándose a su objetivo. De los 23 comités sectoriales que existen, 16 ya dieron su luz verde, lo cual nos deja más cerca de ser la nación número 35 que compone la entidad.

Mientras ese momento llega, empezamos a obtener ciertos beneficios. Tal vez el más útil es la evaluación que se ha hecho sobre múltiples áreas, pues el análisis es a la vez descarnado y objetivo. Si bien las autoridades son libres de escoger las recomendaciones que reciben, el examen es muy útil y provee una hoja de ruta que sirve para fijarse metas de largo plazo.

En ese contexto hay que entender el documento sobre educación que se conoció hace pocos días, el cual destaca fortalezas y debilidades en el sistema actual. Que el país necesita mejorar en este frente es algo que propios y extraños reconocen. Cada vez es más claro que el recurso que más sirve en la economía del conocimiento es contar con una población bien capacitada, el único elemento que garantiza no solo el bienestar, sino la movilidad social.

Pero más allá de esa verdad de a puño, hay que mirar la situación actual. Lo primero que surge a la vista es que en las últimas dos décadas se ha hecho un importante esfuerzo en cobertura, a lo cual se suma que la escolaridad aumentó en cerca de un par de años, en promedio.

No obstante, hay retos enormes en lo que tiene que ver con la calidad y la falta de equidad. De tal manera, los niños que provienen de familias de alto ingreso completan 12 años de educación, mientras que en los hogares pobres esa permanencia cae a la mitad.

Y hay que comenzar por el principio. Los conocedores del asunto señalan que la enseñanza en los primeros años en la vida de una persona es determinante, lo cual explica el énfasis recibido por programas como ‘De cero a siempre’. Gracias a lo hecho, la tasa de matrícula hasta los cinco años pasó del 16 al 41 por ciento entre el 2007 y el 2013. No obstante, ese promedio está todavía casi 30 puntos por debajo de la Ocde, aparte de que una tercera parte de los infantes se incorpora tardíamente al sistema.

En la siguiente etapa, también existen luces y sombras. Eliminar la matrícula o proveer alimentación han resultado clave para que el ausentismo se reduzca. Aun así, lo que aprenden nuestros jóvenes está muy por debajo de los estándares internacionales, como lo muestra el ocupar los últimos lugares en las pruebas Pisa. Uno de los datos que más llama la atención es que 41 por ciento de los estudiantes de 15 años ha repetido al menos un curso, una proporción que supera con creces la de otras naciones.

Por último, tanto en la educación media como en la terciaria es notorio el incremento de la población estudiantil. En el caso concreto de las universidades o las instituciones tecnológicas, el número actual de alumnos es cuatro veces más que hace 20 años. El desafío es que solo una minoría de las entidades cuenta con las debidas acreditaciones de calidad, lo cual plantea desafíos claros. A lo anterior se suman la falta de oportunidades, pues solo el 9 por ciento de los aspirantes de menores ingresos se pueden matricular, en comparación con 53 por ciento de los más ricos.

En conclusión, hay motivos para decir que hemos avanzado, pero resulta totalmente evidente que falta mucho camino por recorrer. Asuntos como la jornada completa, la capacitación docente o la gratuidad, van en la dirección correcta, al igual que el mayor presupuesto. Pero solo la continuidad en el esfuerzo garantizará la recompensa de que la educación en el país sea la que los colombianos se merecen.

Ricardo Ávila Pinto
ricavi@portafolio.co
@ravilapinto

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