Este lunes, cuando el petróleo bajó otro escalón y se ubicó por debajo de los 50 dólares el barril –en el caso de la variedad WTI–, el remezón en los mercados accionarios y cambiarios no se hizo esperar.
Para no hablar de lo que tuvo lugar en otras latitudes, el índice Colcap de la Bolsa de Colombia perdió 4,4 por ciento en la jornada, mientras que el dólar volvió a subir y completa una devaluación cercana al 1 por ciento, aún sin que el 2015 lleve una semana de vida.
La reacción de los inversionistas hace prever que, en lo que hace a las cotizaciones de los hidrocarburos y los precios de las acciones de las empresas vinculadas al ramo, el año será muy movido o, como diría la frase de cajón, no apto para cardiacos. El motivo es que hasta que no se despeje el panorama será difícil hablar de cierta estabilidad.
En el entretanto, vale la pena repasar lo sucedido y hablar de sus posibles efectos. Eso es precisamente lo que hicieron un par de economistas del Fondo Monetario en un análisis reciente en el que tratan de responder siete preguntas clave sobre lo que pasa con la descolgada del crudo.
Para comenzar, los analistas de la entidad multilateral recuerdan que el fenómeno actual tiene como principal explicación un aumento de la oferta petrolera en las diferentes regiones productoras del mundo. Es cierto que el consumo no se ha comportado tan bien como algunos esperaban, pero la mediocre evolución de la demanda explica en menos de una tercera parte lo sucedido.
A renglón seguido, la inquietud es cuál es la capacidad de aguante de las diferentes formas de explotación. Al respecto, la firma Rystad Energy asegura que el costo promedio de producción en el Medio Oriente es de 29 dólares por barril, mientras que en el otro extremo está el caso de aquellos que extraen combustible de arenas alquitranadas, cuyo nivel es de 74 dólares. Por su parte, los yacimientos que usan técnicas no convencionales como el fracking, están en 58 dólares, si bien hay campos que llegan casi a los 100 dólares por barril.
Semejante panorama lleva a pensar que el bombeo disminuirá este año solo de forma moderada, en menos de 4 por ciento. De no haber sorpresas en el ámbito geopolítico, los cálculos de los expertos hablan de una recuperación parcial de los precios, pues en el mercado de futuros el barril se encuentra en 73 dólares para entrega en el 2019.
Este escenario es positivo para la economía mundial. Según el FMI habría un crecimiento adicional que oscilaría entre tres y siete décimas de punto porcentual en el 2015, beneficiando especialmente a los importadores netos de petróleo. En esa lista los grandes ganadores serían China, India e Indonesia, mientras que, en América Latina, Chile saldría bien librado. En la otra cara de la moneda se encuentran Rusia, las naciones árabes, Gabón, Angola y Congo en África, al igual que Venezuela y Ecuador, por estos lares.
Las implicaciones financieras de este cambio en la dirección del viento son evidentes. La fuerte devaluación que ha tenido el rublo es una expresión no solo de la desconfianza de los mercados en el Gobierno de Vladimir Putin, sino que muestra la inquietud ante las deudas de las empresas petroleras rusas y la menor disponibilidad de divisas. Guardadas proporciones, en otras partes pasa algo similar.
Ante la nueva realidad, el consejo del Fondo es que este es un buen momento para eliminar los subsidios a los combustibles, en el caso de aquellos países que los tienen vigentes. Pero el mensaje para los grandes exportadores es que la mayoría se verán abocados a una reducción en el gasto público, mientras se cuidan de que la inflación se desborde por el alza de precios en los bienes importados que responderán tarde o temprano a una tasa de cambio más elevada. Colombia, que no es indemne a un escenario como el descrito, debería tomar atenta nota.
Ricardo Ávila Pinto
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