Cada cinco años Profamilia y el Ministerio de Salud presentan la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDS), una completa radiografía sobre los hogares colombianos. Por tres décadas la investigación se ha convertido en la base de las políticas públicas en salud sexual y reproductiva, pues los datos recogidos en más de 44 mil hogares permiten identificar, al detalle, las tendencias más evidentes de la población en estas temáticas.
La versión de 2015 retrata una sociedad que experimenta una transformación demográfica inocultable: las mujeres colombianas cada vez más controlan su fecundidad. Mientras en 1967 el promedio era de 6,7 hijos, en el 2015 el número se redujo a dos. Detrás de esa cifra se esconde una verdadera revolución social y económica que le ha cambiado la cara al país en medio siglo.
Una sociedad con menos hijos, más hogares unipersonales y menos embarazos adolescentes demanda otras políticas.
COMPARTIR EN TWITTERUna de las razones es la prevalencia del uso de métodos anticonceptivos modernos, cuya utilización subió más de 20 puntos porcentuales desde 1990. Simultáneamente, las edades de inicio de relaciones sexuales en hombres y mujeres han caído. El aumento en la escolaridad y en la participación laboral, juegan también un papel en lo ocurrido.
Los analistas destacan la reducción en el embarazo en adolescentes, que obtiene la más baja tasa en 20 años. No obstante, la proporción de 17,4 por ciento es todavía una de las más elevadas de la región y supera con creces las de los países desarrollados.
Aun así, vale la pena señalar que el descenso se dio en todos los niveles de desagregación como región, nivel socioeconómico y educativo. No hay que olvidar que un bebé de una madre joven está asociado con círculos repetitivos de pobreza.
Las transformaciones no vienen solas. La naturaleza misma de los hogares colombianos está cambiando. Alrededor de uno de cada diez es hoy en día unipersonal, mientras que la tercera parte se encuentra encabezado por una mujer. Tales datos son la punta de un iceberg bajo el cual están decisiones individuales, maneras de ver el mundo y oportunidades de consumo y nuevos mercados.
Inevitable conectar la radiografía con debates como el de hace pocos días en el Congreso de la República sobre el intento de convocar un referendo para definir la adopción de niños solo por un hombre y una mujer. Evidentemente, el país que tienen en mente la mayoría de los senadores no es el que muestran los datos de la Encuesta de Profamilia, así los sondeos indiquen que los colombianos se aferran al concepto tradicional y conservador de la familia.
Pero no todas son buenas noticias en los resultados de la ENDS. Los capítulos de violencia y roles de género evidencian datos que, como mínimo, despiertan alarmas. Casi una de cada cuatro mujeres entre 13 y 49 años de edad ha sido intimidada por su pareja, mientras que el 31 por ciento dice haber sufrido violencia física y económica. Un escalofriante 7,6 por ciento se describe como víctima de violencia sexual.
A pesar de los avances en materia de salud sexual, conocimiento de la anticoncepción y acceso a la educación, la sociedad colombiana sigue reproduciendo unos imaginarios sobre el papel de la mujer y el hombre que limitan el desarrollo femenino. Tres de cada diez mujeres entre 13 y 49 años piensan que su papel más importante es cuidar la casa, y 20 por ciento defiende la virginidad antes del matrimonio.
Una sociedad con menos hijos por mujer, más hogares unipersonales y menos embarazos adolescentes, demanda otras políticas públicas integrales. La mirada regional también es necesaria, ya que los indicadores, de la Costa Caribe, por ejemplo, demandan atención.
Por último, es incuestionable que la población colombiana se envejece paulatinamente, lo cual se constituye en una presión creciente sobre el sistema de salud. Entender esos cambios y reaccionar a tiempo es, más que necesario, obligatorio.
Ricardo Ávila Pinto
ricavi@portafolio.co
@ravilapinto