Nada auguraba que la foto iba a ser bonita y, efectivamente, no lo fue. Así podría resumirse la instantánea que entregó ayer la versión más reciente del Gallup Poll, que desde hace dos décadas le viene tomando periódicamente el pulso a la opinión en Colombia.
Según el sondeo, los colombianos no son más pesimistas que antes, así una amplia mayoría considere que las cosas en el país van por mal camino. Lo que salta a la vista es que los temas de orden público volvieron a ocupar un lugar muy destacado dentro de la lista de problemas, y que la mejoría que se vio en este frente a comienzos del 2015 es cosa del pasado.
La causa, indudablemente, es el rompimiento de la tregua unilateral que las Farc habían decretado a finales del año. Por cuenta de la reanudación de la oleada terrorista, todo lo relacionado con esta materia se observa con un lente mucho más oscuro que antes, incluyendo el medioambiente. Tan es así, que por primera vez, en más de diez años, una proporción notable de los colombianos se inclina por la opción militar como salida al conflicto, superando a aquellos que desean una solución negociada.
En lo que concierne a la economía, la percepción mejoró, más allá de que la inflación sigue siendo una asignatura en la que todos se rajan. No importa que el Dane sostenga que los precios suban a un ritmo cercano al 4 por ciento anual, que podría describirse como moderado. Al ciudadano promedio, los artículos que adquiere le parecen caros.
Aparte del deterioro en cómo se ve la situación con la guerrilla y las opiniones mezcladas en cuanto a lo relacionado con el bolsillo, otros dos puntos encabezan la lista de inquietudes. El primero es la corrupción que, según el sondeo, va de mal en peor para el 84 por ciento de los que contestaron. El segundo es la inseguridad asociada al crimen común, un fenómeno ante todo urbano, que es mal calificado por el 87 por ciento de los encuestados.
Puesto de otra manera, la sensación de que la plata pública se la están robando, junto con la impresión de que nadie está a salvo cuando sale de su casa en las grandes capitales, son los problemas más grandes de todos. Y a pesar de los esfuerzos hechos, ya sea en materia judicial o de poner delincuentes a buen recaudo, el público ve la situación cada vez más oscura.
En cambio, hay un renglón que todavía está mal, pero menos que hasta hace poco. Este es el de calidad y cubrimiento de la salud, que salió del radar de las dificultades más grandes, sin desconocer que le falta mucho para ser bien calificado. Tal parece que el alivio de la situación financiera que ha beneficiado a algunos eslabones de la cadena, es registrado por el público.
Ejemplos como el mencionado dan un panorama en el que brillan unas cuantas luces, al lado de las sombras de siempre. Las relaciones internacionales, la asistencia a la niñez o la construcción de vivienda popular, reciben buenas notas, entre otros temas.
No obstante, los elementos positivos no son suficientes para mejorar la imagen de Juan Manuel Santos, cuyo índice de desaprobación va en 66 por ciento. La cifra es la peor del segundo periodo del mandatario y, aunque todavía no supera el 71 por ciento de agosto del 2013, ocurre sin que haya transcurrido un año de este cuatrienio. Ese factor limita su espacio a la hora de impulsar políticas u obtener respaldos y puede ser el anticipo de más dificultades en este terreno.
Curiosamente, mientras la gente se vuelve más crítica en torno a los gobernantes y la situación general de Colombia, la visión es otra en el campo personal. Y es que 60 por ciento se declara satisfecho con su estándar de vida, el nivel más alto desde cuando se comenzó a hacer la pregunta hace cuatro años. Si hay desaceleración, esta aún no se nota para la mayoría. Parafraseando el conocido dicho, muchos hogares dicen que van bien, pero el país va mal.
Ricardo Ávila Pinto
ricavi@portafolio.co
@ravilapinto