Que julio no fue un mes bueno para la economía colombiana era algo que ya se intuía con la información disponible. Aun así, las expresiones de sorpresa no faltaron este miércoles entre los analistas, cuando la entidad entregó su reporte sobre el desempleo en el periodo mencionado, que se ubicó en 9,8 a nivel nacional, y en 10,4 por ciento en las 13 áreas metropolitanas más grandes.
En ambos casos, los guarismos respectivos son sustancialmente más altos que los registrados en igual periodo del 2015. A pesar de que la tasa de participación en el mercado laboral cayó, también se redujo el número de ocupados de manera significativa. Puesto de otra forma, las cosas habrían sido todavía peores si la oferta no disminuye un poco.
"La pérdida de ritmo de la economía se expresa en un alza en los índices de desocupación, algo que fue notorio durante julio".
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Las explicaciones puntuales de lo sucedido culpan al paro camionero del deterioro. La protesta de los transportadores no solo se tradujo en un salto en el número de conductores cesantes, sino que impidió el acarreo de productos a lo largo y ancho de la geografía nacional. Como consecuencia, la agricultura, el comercio y la industria también salieron golpeadas, algo que se expresó en un menor número de vacantes.
Más allá de las razones expuestas, no hay duda de que una contracción en el tamaño de la población ocupada es una mala noticia para la actividad productiva. Hasta la fecha, el principal motor ha sido la demanda de los hogares, pero si esta se resiente será difícil elevar el ritmo de crecimiento por encima del 2 por ciento, registrado en el segundo trimestre del 2016.
Existe la posibilidad, claro está, de que el bache haya sido temporal, lo cual solamente se sabrá cuando llegue la medición de agosto. Sin embargo, el campanazo de alerta debería escucharse fuerte y claro, pues los nubarrones que existen lejos de desaparecer, se acumulan.
El panorama más oscuro tiene una expresión regional. Al mirar lo sucedido en 23 capitales durante el lapso comprendido entre mayo y julio, salta a la vista que en 15 aumentó el desempleo. Especialmente inquietante es lo ocurrido en Quibdó y Cúcuta, en donde los índices de desocupación ascienden a 17 y 15,4 por ciento, respectivamente, los peores del país. Así mismo, hay un retroceso importante en Bucaramanga, que se había comportado muy bien. Cali es de los pocos lugares que puede contar una historia mejor, gracias a la fortaleza de la economía vallecaucana que responde bien al aumento en la tasa de cambio.
"Las cosas podrían haber salido peores de no ser porque aquello que se conoce como la tasa de participación laboral, bajó".
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En cuanto a los campos que contribuyen con la creación de plazas, se salvan la agricultura, el comercio y la construcción. La otra cara de la moneda son las actividades inmobiliarias, la industria, el transporte y los servicios. Mención aparte merece el capítulo de otras ramas,entre las que se encuentran la explotación de minas. Todo indica que la destorcida petrolera no ha dejado de sentirse en las contrataciones, y que, de hecho, los despidos siguen.
Así las cosas, el futuro no pinta particularmente bien. Tal como lo saben los especialistas, la única fórmula efectiva para que disminuya el desempleo es conseguir que la economía crezca a una velocidad de al menos tres por ciento anual, que no es el caso actual. Debido a ello, los pronósticos con respecto a la desocupación sostienen que estaremos un punto porcentual o más por encima de los niveles del año pasado, tal como ha sucedido en buena parte de América Latina.
Para que las cosas cambien es indispensable que ciertas corrientes vuelvan a su curso. La disminución en el ritmo inflacionario es clave, así como el fin de la incertidumbre, que ha subido por cuenta del plebiscito y la cercana presentación de la reforma tributaria. Como nada de eso pasará de la noche a la mañana, habrá que prepararse para unos meses difíciles, con la esperanza de que el viento cambie de curso. Mientras tanto, es innegable que la desaceleración está aquí y que el mercado laboral paga parte de los platos rotos.
Ricardo Ávila Pinto
ricavi@portafolio.co
@ravilapinto