Por estos días, más de un contribuyente en Colombia ha recibido una comunicación de la Dian, en la cual se le invita a normalizar activos omitidos o pasivos inexistentes, en desarrollo de un artículo incluido en la reforma tributaria de finales del 2014.
Simplemente, a manera de recordatorio, la entidad deja en claro que esta es la última oportunidad para aprovechar la puerta que se abrió temporalmente, mediante el pago de una tarifa del 13 por ciento.
Así el formato de la carta sea estándar, el mensaje no debería pasar desapercibido para quien tenga dinero o bienes afuera y no los haya declarado. El motivo es que el castigo por hacerle trampas al fisco es de tal magnitud que, más allá de las consideraciones éticas, muchos necesitan hacer un análisis frío sobre si vale la pena o no seguir volando bajo el radar de las autoridades.
"A medida que la cooperación en el ámbito global es mayor, el espacio para los evasores es cada vez más reducido".
COMPARTIR EN TWITTERAunque el tema no es nuevo, lo que ha cambiado es el acceso a la información con que cuenta la Dian. Un ejemplo de ello tuvo lugar hace apenas unas semanas cuando el gobierno de Estados Unidos entregó de manera encriptada los datos sobre las cuentas bancarias que poseen cerca de 20.000 colombianos en el país del norte, al cierre del 2014 y el 2015.
En su momento, no faltaron los escépticos que dijeron que la colaboración del Tío Sam nunca iba a tener lugar. Pero ese aporte marca el tono de los nuevos tiempos, en los cuales la comunidad de países empieza a actuar de manera mucho más coordinada para combatir la evasión de impuestos, aplicando ese principio de ‘hoy por ti, mañana por mí’. Quien lo dude no tiene más que mirar lo ocurrido en el seno de la Ocde, en donde hay una senda definida para cerrarle las puertas a esta práctica.
Por cuenta de los acuerdos suscritos, Colombia puede solicitarle a decenas de naciones los datos sobre los activos con que cuentan sus nacionales. A lo anterior se agrega que los reportes sobre propiedad raíz –como sucede con la Florida– se pueden conseguir con relativa facilidad en más de una base de datos.
Debido a ello, nadie con divisas o activos afuera debería dormir tranquilo, a menos que haya hecho el reporte en su declaración de renta. Los pasos de animal grande se sienten tanto, que una cantidad creciente de asesores les aconsejan hoy en día a sus clientes poner sus cuentas en orden y aplicar el refrán según el cual ‘la tranquilidad no tiene precio’.
La expectativa de que un grupo amplio de colombianos acoja el llamado a normalizarse es grande en el Ministerio de Hacienda. El motivo es que así entre el 2015 y el 2016 un total de 628 personas jurídicas y 5.701 naturales hayan sincerado bienes por más de ocho billones de pesos, pagando 867.000 millones, el potencial es mucho mayor. Casos recientes como los de Chile y Argentina en los que ‘aparecieron’ decenas de miles de millones de dólares, llevan a pensar que lo visto hasta ahora es solo la punta del iceberg.
La explicación de por qué la gente no se acogió a los beneficios de poner sus cuentas en orden durante los años pasados tuvo que ver con situaciones que generaron incertidumbre. Sin embargo, esas dudas ya no existen. Además, está la zanahoria de que el impuesto a la riqueza expira el próximo año, junto con el garrote según el cual la omisión de activos que superen los 5.348 millones de pesos puede tener pena de prisión de cuatro a nueve años.
En conclusión, vale la pena decir la verdad. Nunca faltarán aquellos que insistan en que es mejor ocultar el patrimonio, pero lo cierto es que la probabilidad de identificar a los evasores es más alta que nunca y el brazo de la Dian llega cada vez más lejos, como lo pueden certificar los que acabaron siendo investigados por haber aparecido en los papeles de Panamá.
Quien nada debe, nada teme, dice el refrán. Pero el que tenga cuentas pendientes tiene de qué preocuparse, si no aprovecha esta oportunidad.
Ricardo Ávila Pinto
ricavi@portafolio.co
@ravilapinto