Era grande la expectativa entre los analistas que esperaban con algo de ansiedad el reporte que entregó el Ministerio de Hacienda. Aunque la información se refiere al plan financiero del Gobierno para el 2017, la verdad es que va mucho más allá de hablar de las cifras fiscales y las cuentas de la tesorería.
El parte entregado confirmó que el año pasado no fue fácil. Aparte de que no se cumplieron las metas oficiales en cuanto a crecimiento, la debilidad de la economía descarriló diferentes cifras que acabaron siendo peores de lo esperado.
Para comenzar, el aumento del Producto Interno Bruto sería del 2 por ciento en el 2016, un número que es inferior en un punto porcentual al previsto. En contra de las expectativas iniciales, la industria no tuvo el repunte planeado, como tampoco la agricultura anduvo bien.
Faltan las estadísticas definitivas del Dane, pero todo apunta a que el número podría estar incluso por debajo del cálculo gubernamental.
"Solo queda cruzar los dedos para que lo que viene sea mejor, sin que los temores sobre el deterioro del entorno internacional se vuelvan realidad".
COMPARTIR EN TWITTERLa debilidad de la actividad económica influyó de manera determinante en los recaudos estatales que estuvieron 3,3 billones de pesos por debajo de la meta fijada. El déficit en las cuentas del sector central ascendió a 34,2 billones de pesos, un guarismo que no tiene precedentes.
El dato supera con creces los 30,5 billones que se calculaban hace 12 meses o los 33,3 billones definidos en junio.
Como proporción del PIB, el agujero subió hasta el 4 por ciento, una décima más que el objetivo establecido por el comité que define el faltante y que vela por el cumplimiento de la regla fiscal.
Para decirlo con claridad, el tropezón fue grande, por lo cual hay que esperar el veredicto de las firmas calificadoras de riesgo sobre un incumplimiento que ocasionará cierta molestia.
Aun así, el Gobierno trató de ponerle buena cara al mal tiempo. De tal manera, señaló que la situación será un poco más holgada en los meses que vienen, algo en lo cual coinciden diferentes entidades, comenzando por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
Y es que tanto el aumento en los precios de las materias primas que exporta el país como la recuperación de las ventas externas deberían influir para que la economía alcance una expansión del 2,5 por ciento. Visto en contexto, el alza es positiva, aunque también vale la pena recordar que por esta época del 2015 se hablaba de un 3,1 por ciento para el 2017.
A la luz de la situación, no se puede despreciar la importancia de la reforma tributaria aprobada por el Congreso a finales de diciembre pasado. Es verdad que a la gran mayoría de los colombianos les cae muy mal el aumento de las cargas, pero la verdad es que sin los nuevos ingresos –que deberían generar unos seis billones de pesos adicionales en este periodo– habría sido imposible despejar las incógnitas sobre la sostenibilidad de las finanzas públicas.
Tras lo ocurrido, el cálculo es que el desfase fiscal llegue al 3,3 por ciento del PIB este año, un punto todavía elevado. Ante ese panorama, es indudable que el Ministerio de Hacienda deberá mantener la rienda corta para evitar que los gastos se vayan más allá de lo proyectado. Si es necesario, no habrá más remedio que sacar la tijera, algo que requiere capacidad de reaccionar a tiempo.
En medio de las dificultades, tal vez el mensaje más alentador es que lo peor ya pasó. El impacto de la descolgada en los precios de los hidrocarburos acabó siendo más profundo de lo que muchos creían, pero hay que reconocer que el país tuvo la capacidad de reaccionar de manera razonable y que supo apretarse el cinturón y buscar nuevas fuentes de ingreso, por más antipático que fuera el remedio.
Ahora solo queda cruzar los dedos para que la época que viene sea mejor, sin que los temores sobre el deterioro del entorno internacional se vuelvan realidad.
Ricardo Ávila Pinto
ricavi@portafolio.co
@ravilapinto