Para la inmensa mayoría de personas que manejan un vehículo en Colombia, la noticia que importó a mediados de esta semana fue la de un reajuste en el precio de los combustibles. De acuerdo con una resolución del Ministerio de Minas, el valor del galón de gasolina subió en 112 pesos, mientras que el del acpm lo hizo en 110 pesos, por motivos asociados primordialmente a la tasa de cambio y la cotización internacional del petróleo.
Garantizar las condiciones para el negocio de los biocombustibles y defender los intereses de los consumidores no son objetivos fáciles de lograr.
COMPARTIR EN TWITTERNo obstante, para quienes hilan delgado no pasó desapercibido que la decisión coincidió con la determinación del Gobierno de descongelar los precios de los combustibles que llevaban un mes en la nevera, algo que había generado protestas por parte de los gremios agroindustriales. Si bien hay aquellos que sostienen que un hecho y otro no están relacionados, el tema persiste.
Como es sabido, desde hace varios años se adoptó una política pública orientada a promover la producción de biodiésel y etanol, con el fin de que estos fueran mezclados con el acpm y la gasolina, respectivamente. La proporción fijada como objetivo en un comienzo fue del 10 por ciento, que sería conseguida de forma gradual, con la posibilidad de que el aporte llegara al 15 e incluso el 20 por ciento.
La justificación de esa senda tuvo que ver con la seguridad energética del país y la necesidad de combinar compuestos más limpios con los derivados del petróleo. Desde el punto de vista económico, la senda se diseñó justo cuando el valor de los hidrocarburos sobrepasaba con creces los 100 dólares el barril, con lo cual hacía toda la lógica impulsar los biocombustibles, que cumplían el propósito de apoyar la producción de palma de aceite y caña de azúcar, con sus efectos benéficos sobre el ritmo de la economía y el empleo.
A pesar de que el esquema ha funcionado, no ha estado exento de críticas. La principal es que, en la práctica, se está pagando un costo alto que es asumido por los automovilistas y los usuarios del transporte terrestre. Dependiendo de la época, lo que se cancela por un galón de biodiésel o etanol puede duplicar o triplicar el de la gasolina, dada la nueva realidad de precios que existe en el mundo. Debido a ello, no faltan los que señalan que los productores nacionales están obteniendo utilidades extraordinarias que deberían revisarse.
La descongelación de los precios del biodiésel y el etanol calmó las aguas,
por ahora.
En respuesta, los voceros del sector señalan que simplemente están siguiendo las reglas del juego, las cuales se encuentran definidas en fórmulas que consideran el valor de los insumos y una remuneración para el proceso fabril. Por cuenta de esas condiciones, se hicieron inversiones que se tasan en miles de millones de dólares. La Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC) dice que hay 715.803 hectáreas de palma y caña en 172 municipios, debido a las cuales se generan 328.000 empleos formales, un número que algunos controvierten.
Sea como sea, la decisión de congelar los precios en octubre habría ocasionado perjuicios considerables. En una carta que fue radicada en la Casa de Nariño, la SAC habló de 22.000 millones de pesos de menores ingresos para el ramo de la palma de aceite y de 18.000 millones para quienes manufacturan el etanol.
Si esos argumentos tuvieron efecto en el descongelamiento, es difícil de saber. Por ahora, la calma ha retornado, pese a que existe alerta ante una eventual apertura de las importaciones que dispararía la competencia.
Mientras tanto, no es claro qué va a suceder con el propósito del Ministerio de darle una mirada a la cadena de los combustibles líquidos, que tiene entre otros objetivos, el de examinar cada uno de los eslabones a ver si hay economías que podrían llegar a beneficiar al público. Hasta hace unos días, la revisión de la metodología de precios de los biocombustibles estaba en la agenda, pero es evidente que llegar a un punto medio que garantice la rentabilidad de quienes están en el negocio y los intereses de los consumidores, no será nada fácil.
Ricardo Ávila Pinto
ricavi@portafolio.co
@ravilapinto