‘A grandes males, grandes remedios’, afirma un conocido refrán. Tal parece que esa es la máxima que quiere poner en práctica la nueva administración de Ecopetrol, que el martes pasado dio a conocer la que será la estrategia de largo plazo de la empresa de mayoría estatal.
El propósito central es uno solo: mejorar la rentabilidad que se vio golpeada recientemente por los vaivenes en los precios de los hidrocarburos. En lugar de buscar un tamaño mucho mayor que el presente, la meta es generar valor de manera sostenible y garantizar la viabilidad futura de la compañía.
Lo anterior quiere decir que el objetivo de bombear 1,3 millones de barriles de crudo diarios en el 2020, que había sido definido unos años atrás, ya no existe. Ahora se trata de alcanzar unos 870.000 barriles a finales de la presente década, cuidando sobre todo los márgenes del negocio. Los cuatro segmentos claves de la actividad -exploración, producción, transporte y refinación- tendrán que ajustarse a dicho escenario.
Tal perspectiva es vista como más realista a la luz de las circunstancias. El desplome en las cotizaciones del petróleo obliga a ser cautelosos, pues el margen de maniobra a la hora de tomar riesgos se ha reducido. Debido a ello, el énfasis en buscar nuevos yacimientos estará en las cuencas de más potencial, como las del Caribe en Colombia y las oportunidades que se abren en el golfo de México.
Implícitamente, el mensaje es que las apuestas serán menores en áreas como la del Putumayo o en el uso de técnicas como el polémico fracking. Para hacer menos empinada la curva de aprendizaje, la determinación es asociarse con los grandes jugadores del sector, con el fin de minimizar la posibilidad de equivocaciones.
Además, el presupuesto será más moderado que en el pasado reciente. La suma destinada a inversiones es de unos 6.000 millones de dólares anuales hasta el 2020, privilegiando aquellas iniciativas más promisorias. En términos prácticos, eso le pone un signo de interrogación a planes adicionales en el campo del transporte o a aspiraciones ambiciosas como la de modernizar y ampliar la refinería de Barrancabermeja.
Por otra parte, los analistas tomaron nota de la voluntad de tener una mayor disciplina financiera. Ello implica no solo la venta de activos no estratégicos, como las acciones que la empresa tiene en Isagen o en la de Energía de Bogotá, sino la de mantener un nivel de deuda moderado.
En medio de este panorama, resulta clave la meta de la austeridad. Ecopetrol sostiene que inició una transformación orientada a tener una mayor eficiencia estructural y así conseguir ahorros de mil millones de dólares anuales a lo largo del presente lustro. El apretón ha sido notado por los contratistas de la firma, pero no faltan las expresiones de incredulidad ante el logro de semejante recorte.
No obstante, el tema que da lugar a los mayores interrogantes es el de las reservas, considerada como la debilidad más grande de la compañía. Y es que no solo se trata de reemplazar el crudo que se extraiga, sino de incorporar 1.700 millones de barriles hasta el 2020.
Para hacerlo, el instrumento por excelencia será un uso más intensivo de las técnicas de recuperación secundaria y terciaria, para así extraer una proporción más alta de lo que ya se ha encontrado.
Todo lo anterior utiliza como marco un precio del petróleo de entre 70 y 80 dólares por barril, para la variedad Brent. Aunque nadie sabe lo que puede pasar en el mercado mundial los expertos sostienen que dicho escenario es razonable.
Sin embargo, el desafío es inmenso. Para que Ecopetrol vea reverdecer sus laureles necesitará superar sus debilidades, aparte de una buena dosis de suerte. Y claro, continuidad en una administración que debe ceñirse a criterios técnicos, con el fin de que la mejora esperada en la rentabilidad se vea más temprano que tarde.
Ricardo Ávila Pinto
ricavi@portafolio.co
Twitter: @ravilapinto