Se cierra hoy el telón del Séptimo Foro Urbano Mundial de ONU-Hábitat en Medellín. Por unos días, la capital antioqueña concentró a alcaldes, ministros, expertos, representantes de organizaciones sociales, banca multilateral, observatorios y universidades, además de activistas y estudiantes, provenientes de todo el mundo.
Más allá de pequeños lunares logísticos ante un evento con un récord de más de 20.000 inscritos, la ciudad y su alcalde, Aníbal Gaviria, estuvieron a la altura del compromiso.
Tras sesiones plenarias, conversatorios y debates, varias lecciones quedan para quienes intervienen en el tema en Colombia.
La primera es que no ha sido en balde la discusión que por más de dos décadas se ha dado en el país sobre la agenda de las ciudades. Sea en construcción de vivienda popular, transporte masivo, seguridad o cultura, el Gobierno Nacional y las administraciones locales han diseñado, experimentado y exportado políticas, unas más exitosas que otras.
El llamado global a la acción en esta materia no solo es conocido, sino que nos incluye. Para Joan Clos, director de ONU-Hábitat, de 193 naciones del mundo, solo 20, sumando a Colombia, cuentan con políticas nacionales de planeación urbana.
Sin desconocer las enormes limitaciones técnicas y los divorcios entre los lineamientos de uno y otro tipo, que el 99 por ciento de los municipios del país tenga un plan de ordenamiento territorial es una cifra muy diciente del esfuerzo institucional realizado.
Una segunda lección tiene que ver con la pertinencia de las discusiones domésticas frente a la agenda global.
Apuestas como la mitigación del cambio climático en Bogotá, la integración del transporte público en Medellín, la promoción de industrias creativas en Barranquilla y el corredor verde de Cali se sintonizan con las preocupaciones de los organismos internacionales.
Así mismo, el énfasis en la caída de la pobreza extrema y la reducción de la desigualdad en las ciudades, tema central del evento, es parte de las políticas de este y otros gobiernos.
En tercer lugar, el foro de Medellín evidenció una realidad. Con 41 localidades, con más de 100.000 habitantes, el territorio nacional es verdaderamente un país de ciudades.
El paisaje arquitectónico, económico y social de las 36 urbes entre 100.000 y 1 millón de personas, conocidas como intermedias, está cambiando a alta velocidad. Surgen centros comerciales y unidades residenciales, llegan desplazados, irrumpen las motos, se abren empresas, arriban multinacionales y franquicias, suben los precios de las viviendas, se quedan pequeñas las vías y la movilidad empeora.
Esa actividad frenética también produce buenas noticias: Bucaramanga es destacada por el Banco Mundial por su dinamismo económico.
El futuro del debate urbano en Colombia no reside exclusivamente en las cuatro grandes capitales: alcaldes en Montería, Valledupar y Pasto, por ejemplo, atraen al Banco Interamericano de Desarrollo, la CAF y Findeter, para desplegar inversiones en expansión urbana, espacio público, movilidad y logística.
Los retos, claro, son inmensos.
De acuerdo con la recién lanzada Misión de Ciudades de Planeación Nacional, son 18 las aglomeraciones urbanas del país en donde hay una alta conmutación laboral entre municipios.
Por tal motivo, hay que pensar las urbes como nodos en relación dinámica con poblaciones aledañas en materia de economía, movilidad, conectividad, productividad y calidad de vida. El DNP tiene en las recomendaciones de política de la Misión una ambiciosa hoja de ruta que espera de ser impulsada.
En tal sentido, el Foro sirvió también para medirle el pulso al debate sobre las ciudades en Colombia, entregando un parte alentador.
Eso no quiere decir que los problemas no existan, pero tenemos un punto de partida mejor en el manejo de un tema que concierne, sin duda, a la mayoría de la humanidad.
Ricardo Ávila Pinto
ricavi@portafolio.co
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