Tal como era de esperarse, ayer los analistas hicieron sus evaluaciones con respecto al reporte que entregó Ecopetrol el lunes, relacionado con las reservas probadas de hidrocarburos del conglomerado. Según la empresa, estas ascendieron a 1.659 millones de barriles de petróleo equivalentes al cierre del 2017, una mejora de 3,8 por ciento frente a la cifra de un año atrás. Debido a ello, la vida media de esas reservas es ahora de 7,1 años, lo cual le da algo más de holgura a un país que corre el riesgo de dejar de ser autosuficiente a la hora de abastecer sus necesidades de crudo.
Sin necesidad de entrar en el debate sobre si las cosas van bien o no en el corto plazo, vale la pena mirar la foto grande. Esto fue precisamente lo que hizo ayer en Londres la multinacional BP, al dar a conocer un completo estudio sobre las perspectivas del consumo de energía en el mundo, con miras al 2040.
Aunque los ejercicios de futurología a veces tienen un margen de error grande, resulta fundamental entender las grandes tendencias en un planeta que sigue cambiando a pasos agigantados. Ese ejercicio es clave para Colombia, especialmente porque sus dos principales renglones de exportación son petróleo y carbón. Entre los dos, estos representaron el 54 por ciento de nuestras ventas externas el año pasado.
El debate también merece darse a la luz de varias de las propuestas que se escuchan en la campaña presidencial. Gustavo Petro ha señalado que es partidario de evolucionar hacia una economía más limpia, alejada de los combustibles fósiles y del ‘modelo venezolano’ de monodependencia en un solo renglón. El ideal de basarse en energías renovables tiene mucha aceptación entre diversos sectores de la opinión, sobre todo los más jóvenes.
A este respecto, soplan nuevos vientos. El ejercicio hecho por BP señala que las nuevas maneras de generar electricidad –solar y eólica, principalmente– representarán el 40 por ciento del incremento en la oferta mundial, de aquí al 2040. Sin embargo, todo apunta a que los hidrocarburos seguirán siendo parte fundamental de la ecuación.
Un ejemplo desde el lado del consumo es el de los carros eléctricos. El escenario más razonable usado en el trabajo del conglomerado británico es que en 22 años habrá unos 300 millones de vehículos movidos por esta tecnología, lo que equivale a 100 veces la cifra actual. Aun así, el total de automotores de cuatro o más ruedas en el planeta llegaría a los 2.000 millones, la gran mayoría de los cuales seguirán utilizando gasolina como su principal combustible.
Ese es uno de los motivos por los cuales el consumo de petróleo seguirá aumentando, a pesar de que la eficiencia de los motores mejorará. El pronóstico es que el apetito por hidrocarburos llevará la producción en el mundo a unos 110 millones de barriles diarios en el 2040, frente a unos 98 actualmente. Para ese momento, la demanda empezaría a bajar lentamente, pero el mensaje de fondo es que el crudo no va a desaparecer de la noche a la mañana.
La suerte del carbón es un poco más complicada, aunque también se equivocan aquellos que dicen que el mineral dejará de utilizarse pronto. A pesar de que su participación dentro de la torta de generación de energía debería bajar de cerca del 40 por ciento actual a menos de una tercera parte, será todavía la fuente individual más importante de todas.
Por tal motivo, Colombia se equivocaría de plano si desconoce esas tendencias. No hay duda de que el país necesita ampliar su base productiva y promover, sobre todo, aquellas actividades en las que pueda agregar más valor, como sería el caso de la agroindustria. Sin embargo, eso es muy distinto a darle la espalda al petróleo y carbón, cuya vigencia no termina. Por eso es mejor mirar el futuro con los ojos abiertos.