La noticia de índole económica que más llamó la atención la semana pasada tuvo que ver con el mal momento de las bolsas de valores. Los tropiezos que experimentó Wall Street se contagiaron a las más variadas plazas, desde Tokio hasta Bogotá, dando lugar a todo tipo de titulares de primera plana.
En comparación, el hecho que más debería importarle a los colombianos, tuvo un cubrimiento menos intenso. Se trata del bajón en los precios del petróleo, que casi borraron por completo el repunte observado desde el arranque del 2018. En el caso de la variedad Brent, la cotización del viernes se ubicó apenas por encima de los 63 dólares el barril, muy lejos de los 71 a los que llegó a negociarse el pasado 24 de enero.
A primera vista, es fácil creer que los dos fenómenos están relacionados. Alguien podría pensar que si los inversionistas se están saliendo de la renta variable, también deberían mostrar cautela con respecto a los bienes primarios.
No obstante, en este caso pesan más las realidades que las expectativas. Y lo que ha sucedido es un alza en la producción de crudo estadounidense que supera los cálculos más optimistas, con lo cual los conocedores ven posible que el mismo exceso de oferta que en su momento derrumbó los precios de los hidrocarburos, vuelva a hacer su aparición en cuestión de meses.
Las cifras son elocuentes. Según las autoridades norteamericanas, en los últimos días el bombeo de petróleo en Estados Unidos llegó a 10,25 millones de barriles de diarios, 300.000 más que a finales del mes pasado. Con esa cifra, el país del norte supera a Arabia Saudita como el primer extractor mundial y se encamina a superar la marca simbólica de 11 millones de barriles que pronostican los expertos.
Que eso es posible, es algo que surge de observar las plataformas de perforación que están operando. Según Baker Hughes, ese total llegó a 791 a comienzos de febrero, un incremento de 26 con respecto al dato del cierre de enero, sin contar las dedicadas al gas natural. Frente a la misma época del 2016, el salto es de 200, por lo cual no es necesario ser un experto para darse cuenta de que el Tío Sam seguirá consolidándose como el gran jugador en el ámbito mundial.
Si bien es verdad que las naciones que integran la Opep y la propia Rusia han acordado hacer recortes en sus exportaciones, lo que explica por qué mejoraron los precios, todo apunta a que la menor disponibilidad en Oriente Medio y otros lugares está siendo compensada por el repunte norteamericano. Falta tener estadísticas más precisas, por lo cual el espacio para la volatilidad permanece abierto, pero parecería que la corrección vista en este mercado tiene fundamentos claros.
De ser así, Colombia ya no podrá hacer las cuentas alegres que se podían plantear con el barril de petróleo a 70 dólares. En caso de volver a un piso más cercano a 60, el panorama sería manejable, pues el presupuesto del 2018 se construyó con ese escenario, pero ya no habría campo para recompensas inesperadas.
Sin embargo, el peligro es que el descenso sea mucho más pronunciado. En ese caso, el impacto sería doble, pues no solo la perspectiva de que crezcan las exportaciones perdería razón de ser, sino que el balance fiscal y el ambicioso programa de inversiones a cargo de Ecopetrol se vería obligado a una revisión.
Semejante escenario, es importante subrayarlo, todavía no se confirma. Pero así como es conveniente saber ajustarse a las nuevas condiciones de un mercado, resulta clave estar preparados para un giro en el viento. El uso de mecanismos financieros para protegerse contra la volatilidad de las cotizaciones es un paso en la dirección correcta, aunque habrá que mantener los ojos bien abiertos para determinar si esta pequeña bonanza con la que arrancó el año, resulta ser flor de un día, o no.