¿Fueron las elecciones o el Mundial de Fútbol? La respuesta nunca se podrá saber del todo, pero de lo que no hay duda es que los colombianos comienzan a ver las cosas con un tono más positivo. Así lo indica el más reciente Gallup Poll dado a conocer ayer, el cual revela que la proporción de habitantes en las cinco ciudades más grandes, según los cuales la situación nacional está empeorando, cayó del 68 al 50 por ciento entre abril y finales de junio.
Pasar de dos de cada tres a la mitad puede sonar poco a la hora de medir el pesimismo. Sin embargo, hay que devolverse a finales del 2015 para encontrar una situación similar. A decir verdad, desde hace seis años quienes opinan que el país va por mal camino, forman parte de la mayoría. Que los optimistas hayan subido del 13 al 31 por ciento en cuatro meses, es un giro que vale la pena destacar.
De la mano de esa mejor apreciación, la calificación que reciben los grandes retos que enfrenta Colombia es un poco menos ácida. Corrupción, economía, inseguridad, medioambiente o calidad y cubrimiento de la salud, forman todavía parte de las preocupaciones más protuberantes, pero no con el mismo grado de desesperación de antes.
El giro más notorio a nivel local se vio en Bogotá. Tras un máximo histórico de 83 por ciento en febrero, los que sostienen que la capital no levanta cabeza bajaron al 65 por ciento. De la mano de ese cambio de perspectiva, Enrique Peñalosa consiguió mejorar su imagen positiva en nueve puntos, hasta el 29 por ciento. No es mucho el avance, aunque le da aire al mandatario distrital.
También es significativo el repunte en la popularidad de Juan Manuel Santos, cuya cifra subió a 35 por ciento. Es difícil que el mandatario saliente consiga pasar del rojo al negro en el neto de quienes le critican y lo aprueban, pero da la impresión de que a medida que se acerca el fin del mandato más gente le reconoce méritos que le negaba.
En cuanto al que lo reemplazará en la Casa de Nariño, Iván Duque cuenta con una favorabilidad del 56 por ciento, la cual le da margen de maniobra antes de empezar su gestión. Aun así, quien le entregará la banda presidencial tenía en julio del 2010 un respaldo del 80 por ciento, que deja lecciones sobre el desgaste que sufre la persona encargada del Gobierno.
Los analistas encargados de mirar los números de manera detallada podrán decir que los síntomas de polarización que vienen desde hace meses siguen siendo evidentes. Por ejemplo, Álvaro Uribe registró 52 por ciento de opinión negativa, el peor punto desde cuando el Gallup Poll empezó a medirlo 22 años atrás. Al respecto, hay que recordar que Gustavo Petro triunfó en la segunda vuelta en la mayoría de las capitales grandes y eso puede determinar la visión sobre el expresidente.
Por otra parte, disminuyó en algo el respaldo a la firma de tratados de libre comercio o a fomentar la llegada de inversión extranjera directa, aunque la mayoría ve ambos con buenos ojos. En lo que atañe a Venezuela, 56 por ciento está de acuerdo con acoger a los migrantes venidos del país vecino, mientras que 70 por ciento considera que podemos acabar en una situación similar en un futuro no muy lejano.
Finalmente, puede sonar sorpresivo que tres de cada cuatro encuestados creen que la mejor manera de solucionar el problema de la guerrilla es a través del diálogo. El apoyo a las conversaciones con el Eln también subió, al 66 por ciento, lo cual debería alertar a la administración entrante sobre el péndulo de la opinión si vuelven las hostilidades.
Debido a ello, el presidente Duque debe reflexionar con cuidado sobre los pasos que dará cuando llegue a la Casa de Nariño, para no perder con rapidez el relativo margen de maniobra que ahora le dan los sondeos. Habrá luna de miel, pero puede ser corta.