Hacía tiempo que el término revaluación no venía siendo usado por los analistas. A fin de cuentas, tras la disparada en el precio del dólar observada desde mediados del 2014, la impresión generalizada en la opinión era que la divisa estadounidense parecía destinada a ganar terreno de manera continua frente a la moneda nacional.
Ese no parece ser el caso ahora. Aunque falta una semana y media antes de que quede definida la tasa de cambio al cierre del año, más de un especialista considera improbable que el valor del billete verde se ubique por encima de los 3.000 pesos registrados el 31 de diciembre pasado. El nivel definido para hoy está 28 pesos por debajo de esa marca, con tendencia a la estabilidad o la disminución.
Si ese acaba siendo el caso, habrá tenido lugar una apreciación pequeña, pero no despreciable. Si se descuenta efecto inflacionario, más de un consumidor podrá decir que en términos relativos ha tenido lugar un abaratamiento de los artículos extranjeros, aunque el alza en la tarifa del IVA puede llevar a que el alivio sea imperceptible.
Por su parte, los exportadores señalan, con razón, que sus márgenes se han estrechado. Si bien la realidad actual no es comparable con la de aquellas épocas recientes en que el dólar se transaba por encima de los 2.000 pesos, quien haya hecho cuentas alegres por debido a una devaluación que no ocurrió, se puede llevar una sorpresa.
Pero más allá de las sumas y restas de cada uno, lo que vale la pena analizar son los elementos que influyeron sobre el valor de la divisa, a sabiendas de que las mismas fuerzas estarán presentes en el 2018. Los expertos afirman que hay consideraciones generales y particulares que vale la pena tener en cuenta con miras al futuro, así nadie pueda comprometerse con un nivel específico. Puesto de otra manera, pronosticar el precio del dólar es fútil, como lo es creerle a los que se precian de saberlo.
Hecha la aclaración, vale la pena tener en cuenta que todo apunta a que el billete verde seguirá fuerte en el ámbito global. El reciente aumento en la tasa de interés que cobra por sus recursos el Banco de la Reserva Federal en Washington no fue el último. Quienes se precian de leer entre líneas los comunicados de la entidad aseguran que se vienen tres vueltas de tuerca adicionales el próximo año, algo que determinará el rendimiento de los bonos del Tío Sam y el costo de los créditos en diversos segmentos.
Por otra parte, aunque no han terminado de hacerse las sumas y restas de la reforma impositiva que está a punto de aprobar el Congreso norteamericano, es indudable que el recorte en la tarifa de renta para las empresas atraerá a más inversionistas de todos los lugares hacia Wall Street. Además, la invitación a repatriar capitales provenientes de excesos de caja o utilidades retenidas de las compañías con casa matriz en Estados Unidos implicará que varios billones de dólares que hoy están en otros lugares llegarán a este territorio.
Todo lo anterior quiere decir que el dólar debería subir un poco más de precio, como de hecho ha ganado terreno en los últimos meses. Sin embargo, vale la pena tener en cuenta los factores que le hacen contrapeso, sobre todo en lo que corresponde a Colombia.
El más importante de todos es el precio del petróleo que, en el caso de la variedad Brent, está cerca de los 64 dólares el barril. De sostenerse o aumentar dicha cotización, el ingreso de divisas a Colombia será mayor, no solo por cuenta de más exportaciones, sino de inversiones por parte de las compañías del ramo. La ACP, el gremio del sector, las calcula en 4.500 millones de dólares el año que viene. Por tal razón, los expertos pronostican cierta estabilidad en la tasa de cambio. Habrá altibajos, sin duda, pero la mayoría de los cálculos se hacen con un billete verde a 3.000 pesos.