La goleada con que Colombia concluyó ayer su participación en la primera ronda del Mundial de Fútbol de Brasil bien puede servir para obtener lecciones con respecto a lo que pasa en el país.
Y es que aquí también hay un equipo –el de la administración Santos– que aspira a culminar su respectivo torneo con una victoria –conseguir la paz en medio de una economía próspera–, después de haber logrado un triunfo, no exento de sufrimiento, en las elecciones presidenciales.
Dado el desgaste de la primera parte, es indudable que se vienen reemplazos en la titular.
Algunos han anunciado que prefieren cambiar de aires, como ocurre con el hasta hace poco ministro de Trabajo, Rafael Pardo, o el director de la Dian, Juan Ricardo Ortega.
Otros han hablado en privado de dejar el puesto, tras considerar cumplida su labor, como sucede con la canciller, María Ángela Holguín.
Y claro, hay que incluir los nombres de aquellos que están en la banca o forman parte de las que se podrían describir nuevas contrataciones. Entre ese grupo se encuentran nombres como el de Gina Parody –quien no esconde su interés por el tema de la educación– o los legisladores que decidieron dejar el Congreso, entre los cuales están Juan Fernando Cristo o Simón Gaviria, entre otros.
Pero para no entrar en el estéril juego de la ‘gabinetología’, vale la pena hacer algunas consideraciones de tipo general y con énfasis en lo que está pasando en la economía.
Al respecto, el ‘técnico’ Santos debería atenerse a incluir en el plantel a aquellas personas que tengan capacidades probadas para ocupar una posición específica y no correr el riesgo de poner a jugar a alguien que no esté bien entrenado o no se encuentre dispuesto a jugar en equipo.
No menos importante es dejar tranquilos a quienes lo están haciendo bien.
Un ejemplo obvio es el del ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, cuya labor al frente de la cartera ha recibido todo tipo de elogios.
En momentos en que el viento está cambiando con respecto al ciclo alcista de los productos básicos y aparecen nuevas presiones en el frente fiscal, lo aconsejable es inclinarse por la experiencia y dejar a alguien que está fogueado.
Aunque siempre es bueno tener listo un suplente, no hay que olvidar que ya habrá tiempo para hacer reemplazos en el transcurso del encuentro.
Dicha reflexión también es aplicable al área crucial de la infraestructura.
El programa de vías de cuarta generación arranca su recta definitiva y empiezan a conocerse los ganadores para los diferentes tramos, pero viene ahora el proceso de firma de contratos, cierres y supervisión, que harían totalmente inconveniente hacer sustituciones que no se necesitan.
Adicionalmente, vale la pena recordar que los rivales que vienen exigen una aproximación diferente.
De tal manera, aparte de los retos asociados a la paz, se encuentran los correspondientes al sector agropecuario, la diversificación productiva, las mejoras en competitividad y el aprovechamiento integral de los tratados de libre comercio.
En resumen, de lo que se trata es de conseguir que el equipo que venga sea mejor que el de antes, algo que abarca no solo la efectividad en la ejecución, sino aplicar los –a veces olvidados– principios del Buen Gobierno.
En medio de cábalas, consultas y conformaciones posibles, hay una inquietud adicional.
Esta tiene que ver con el papel del vicepresidente Germán Vargas Lleras, conocido por su capacidad a la hora de entregar resultados, pero descrito como alguien particularmente exigente cuando de demandar resultados se trata, lo cual puede afectar el ánimo del plantel del Ejecutivo.
Los elementos mencionados seguramente estarán en la mente de Juan Manuel Santos, quien enfrenta el dilema de anticipar cambios o confirmar jugadores cuanto antes para acabar con el clima de interinidad que afecta a entidades y ministerios, frente a la opción de esperar hasta poco antes de que arranque el segundo tiempo. Frente a esas opciones, debe tener claro que lo que viene no será fácil y que es mejor hacer su nueva alineación cuanto antes.
Ricardo Ávila Pinto
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