No se necesita ser un gran experto en tendencias económicas globales para darse cuenta de que el viento frío sopla en la mayoría de las latitudes.
Tal como quedó claro en las reuniones conjuntas del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que concluyeron el domingo en Washington, la gran inquietud que existe entre los expertos tiene que ver con el ritmo mediocre actual, que apunta a volverse la norma en el planeta.
En medio de los pronunciamientos que tienen un tono más de preocupación que de euforia, llama la atención cómo en algunos países el discurso público no parece haberse adaptado a las nuevas realidades.
Así pasa en Colombia, en donde se tiene la impresión de que seguimos en épocas de ‘vacas gordas’, cuando las evidencias disponibles indican que no es así.
Para comenzar, cada vez más analistas señalan que el golpe derivado de la descolgada en los precios del petróleo será fuerte. Junto con Venezuela, Ecuador y México, Colombia es vista como una de las grandes damnificadas, en esta parte del mundo, de las menores cotizaciones del crudo, que no solo afectan las cifras de exportaciones, sino los recaudos fiscales.
Debido a ello, los pronósticos son cada vez menos optimistas. La semana pasada, uno de los integrantes de la junta directiva del Banco de la República señaló que, en su opinión, el aumento en el Producto Interno Bruto durante el 2015 sería cercano al 3 por ciento. Por su parte, el FMI recortó sus apuestas sobre el país y habló del 3,4 por ciento.
Como consuelo nos queda el que a América Latina le va a ir mucho peor en promedio. Con una expansión calculada en apenas 0,9 por ciento este año, la región ha perdido mucho del lustre ganado a lo largo de este siglo. En comparación, estamos mejor que un buen número de nuestros vecinos y todavía somos capaces de atraer inversionistas locales y extranjeros.
No obstante, eso no nos da derecho a creer cosas que no somos. Desde hace un tiempo ha tomado carrera la versión de que ocupamos el tercer lugar entre las economías latinoamericanas más grandes, debido a un cálculo puntual realizado hace un tiempo. Incluso en sus palabras ante el Congreso de Asofondos, el jueves 16, el presidente Juan Manuel Santos señaló que estamos en ese puesto “superados solamente por Brasil y por México”.
En consecuencia, vale la pena que en las instancias oficiales le den una mirada a la base de datos que viene de actualizar el Fondo Monetario. De acuerdo con el organismo, tanto medido en dólares corrientes, como ajustado a la paridad de poder adquisitivo, nuestro PIB es el cuarto de la zona, mientras que a nivel planetario estamos en el lugar 31.
Las cifras son elocuentes. Brasil es el gigante, con una economía valorada en 2,3 billones de dólares el año pasado, en términos nominales. Si se hace la corrección al poder adquisitivo, el dato sube a 3,3 billones de dólares.
La segunda posición es para México, cuyos números son 1,3 y 2,1 billones, respectivamente. Y la tercera la ocupa Argentina, con 540.164 y 947.573 millones de dólares, dependiendo del sistema de medición que se use.
Colombia está a prudente distancia. En cifras corrientes, nuestro Producto Interno ascendió en el 2014 a 384.901 millones de dólares, mientras que con la corrección del poder adquisitivo, pasamos a 640.122 millones. Ello nos deja cómodos frente a Venezuela y aún lejos de Chile y Perú, que se encuentran más abajo.
No hay duda de que hemos recortado distancia. En el 2013, la economía argentina representaba el 0,9 por ciento de la global, mientras que la participación de la colombiana era algo menos del 0,6 por ciento. Para el próximo año, según el FMI, seguiremos en lo mismo, pero los australes se acercarán al 0,8 por ciento.
Eso demuestra que no es que estemos haciéndolo bien, sino que otros lo hacen peor. Y que todavía nos falta un trecho para llegar al podio, por lo cual deberíamos tener algo de humildad y no creer historias que no tienen fundamento estadístico, hasta que las cuentas oficiales digan otra cosa.
Ricardo Ávila Pinto
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