El ‘acuartelamiento de primer grado’ sirve para describir un estado de alerta y disponibilidad plena, en el caso de las Fuerzas Armadas. Algo parecido les ocurre por estos días a los integrantes de la junta directiva de Ecopetrol, que no solo han sido convocados a reuniones que durarán hasta mañana, sino que se enfrentan un final de año intenso.
Los motivos de la agitación son varios. El más obvio tiene que ver con la descolgada de los precios internacionales del petróleo, cuya caída es cercana al 39 por ciento y que este jueves se ubicaron por debajo de los 60 dólares el barril, en el caso de la variedad WTI. Si se tiene en cuenta que la canasta de crudos de la compañía tiende a venderse a un valor menor, el panorama financiero se complica.
Como quedó claro en los resultados del tercer trimestre del año, cuando las utilidades se descolgaron 40 por ciento hasta los 2,36 billones de pesos, la principal razón fue la cotización de los hidrocarburos. El segundo motivo tuvo que ver con la devaluación del peso que encareció los pasivos en dólares. Ambos fenómenos se han agudizado semanas recientes, por lo cual las perspectivas no son buenas.
A decir verdad, no es la primera vez que sucede un chaparrón de estas magnitudes. Hace seis años, cuando estalló la crisis financiera internacional, el petróleo también tuvo un descenso súbito y llegó a negociarse en menos de 35 dólares el barril pocas semanas después. En ese momento, Ecopetrol exportó su crudo a un promedio de 29,5 dólares, aunque consiguió mantener sus cifras en negro.
Ahora las cosas son diferentes. Es cierto que la producción es mayor, pero los costos también han subido mucho. Como si eso fuera poco, el endeudamiento se disparó y las obligaciones suman más de 30 billones de pesos, en el balance consolidado.
Esa es la principal causa por la cual la acción de la petrolera ha salido tan castigada en la bolsa, ubicándose en 1.890 pesos. Y es que junto a las debilidades conocidas, como el volumen relativamente limitado de reservas de crudo, hay otras dificultades. Lejanos están los días en que el valor de Ecopetrol se acercó a los 130.000 millones de dólares, como sucedió hace un par de años. Este jueves, este se ubicó en 32.064 millones de dólares, 75 por ciento menos.
Por tal razón, no hay más remedio que reaccionar. El primer paso es ajustar el plan de inversiones a la nueva realidad, estableciendo un cuidadoso equilibrio entre la necesidad de economizar, para cuidar la posición de caja, y gastar con el fin de conseguir hallazgos, pues dejar de buscar petróleo sería un craso error.
Y los retos no terminan ahí. El primer informe de un estudio contratado con el Boston Consulting Group, que se entregó en septiembre, disparó las alarmas. A pesar de tener carácter reservado, el portal Confidencial Colombia reportó que la evaluación mostró grandes debilidades estructurales, que fueron las que precipitaron la determinación de buscar un nuevo timonel.
El mensaje es que se buscará al mejor profesional posible, nacional o extranjero, para la presidencia. Tal como en su momento la Selección Colombia encontró su salvación en José Pékerman, ahora se hace la analogía con el técnico argentino.
Pero más allá de entrar al debate sobre la conveniencia de tener un gerente foráneo en la empresa, lo ideal habría sido que la transición se diera en circunstancias más tranquilas. Lamentablemente, no va a ser así, pues la debacle en el mercado mundial tomó a propios y extraños con la guardia abajo.
De ahí que se afirme que la compañía enfrente eso que los meteorólogos conocen como ‘la tormenta perfecta’, que tiene lugar cuando confluyen en un solo punto varios frentes atmosféricos. Ante ese peligro, es obligación de la administración que sale conducir la nave con pulso firme y contar con el acompañamiento de una junta directiva que tendrá que seguir acuartelada hasta nuevo aviso.
Ricardo Ávila Pinto
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