El 4G ha venido para quedarse. El servicio de telefonía móvil de cuarta generación (4G o LTE-Long Term Evolution) persigue proveer soluciones sobre una nueva red de telefonía celular que multiplica por 10 las velocidades del 3G. Este proceso de transformación ha tenido sus luces y sombras.
Para los operadores en Colombia, ha supuesto un desembolso importante para acceder a las bandas de espectro ofrecidas por el Gobierno. Estas (Telefónica, Claro, Tigo, UNE, DirectTV) han invertido más de $770.000 millones en obtener las licencias que las habilitan para ofrecer estos servicios. Adicionalmente, están invirtiendo en el despliegue de una nueva infraestructura y su mantenimiento.
El tercer reto al que se enfrentan es la captación de clientes para que se pasen al 4G. Los costos de conversión también son significativos, ya que 4G requiere de terminales adaptadas a esta tecnología, lo que implica tener que subvencionar estos para que los usuarios contraten las nuevas tarifas. Todo ello, además, del lanzamiento de campañas de marketing, la distribución y el comisionamiento del canal de ventas que continuarán realizando a lo largo de los 2 o 3 próximos años.
Sin embargo, siendo positivos, cabe pensar que la tecnología 4G trae dos ventajas claras: por un lado, el uso de la misma para iluminar con la red móvil grandes áreas y llevar a hogares menos pudientes servicios de telefonía fija e internet de una forma relativamente rápida y económica.
De hecho, el regulador colombiano, al igual que otros países de la región, está condicionando la concesión de licencias a la inversión en soluciones, que disminuyan la brecha digital.
De otro, la cartera de clientes que migran a 4G, liberarán recursos en las –en ocasiones– saturadas e infradimensionadas redes 3G, haciendo que la calidad del servicio en esta mejore, optimizando la experiencia de cliente y por ello, reduciendo la infidelidad, así como el costo de las reclamaciones elevadas a los centros de atención.
El grado de aceptación de la nueva tecnología no solo va depender de las necesidades de los clientes, sino de la estrategia de precificación que seguirán los operadores. En países de renta alta, la estrategia inicial fue diferenciar el servicio 4G por precio, es decir, lanzar planes tarifarios más caros en comparación con los de 3G vigentes en la fecha. Esto ralentizó la adopción del servicio, debiendo las telcos rectificar su modelo comercial. No obstante, en otros países se ha optado por la estrategia de lanzar paquetes 4G manteniendo los precios de 3G.
Aunque a priori parezca un absurdo, los operadores aseguran una rápida captura de usuarios de alto valor, dispuestos a cambiar de terminal por disponer del nuevo servicio.
Los operadores colombianos deberán comenzar a tratar temas que ya vienen siendo comunes en otras geografías: compartición y venta de sus infraestructuras de red. Es decir, compartir antenas o frecuencias con operadores de la competencia, o vender estas infraestructuras a empresas especializadas capaces de rentabilizar estos activos mediante el alquiler.
Estimando que a finales del 2014 más de 800 municipios tendrán cobertura de internet móvil con alguna tecnología disponible, podemos confirmar que el 4G ha venido para quedarse, y mientras busca su espacio y madura en el mercado colombiano, podemos comenzar a soñar con el 5G.
Eduardo Arbesú
Director de Telecom
Para Everis Colombia