Independiente de sus simpatías electorales, la gran mayoría de empresarios e inversionistas en el país ha mostrado un pesimismo inusual por la incertidumbre política, con la cual el país podría ganar, pero también perder mucho más. Con todo de lo que está en juego, sin duda, el sector privado no puede ser un convidado de piedra y debe liderar el debate con los diferentes candidatos sobre las reformas estructurales y mejoras que se requieren, principalmente en lo económico.
El país no puede seguir esperando, y los colombianos debemos diseñar nuestro propio futuro. Los desafíos mayores que requieren el compromiso por cualquiera que sea el candidato elegido y que debería exigir la sociedad civil como política de Estado serían al menos los siguientes:
- Lograr el equilibrio fiscal como la reducción y mayor eficiencia en los gastos del Gobierno, que incluya una reforma pensional estructural, manteniendo el gasto corriente sobre estricta vigilancia, y una reforma que aumente, de manera considerable la base de contribuyentes, reduzca la carga tributaria a niveles razonables para atraer más inversión y aumente el consumo de los hogares, así como limitar la deuda pública frente al PIB.
- Conjuntamente, crear una política de formalización del empleo y de miles de pequeños negocios con ventajas fiscales mediante tasas reducidas de impuesto de renta que progresan hacia la tasa plena y un sistema de exoneración de utilidades en el largo plazo, incluso eliminación del impuesto de renta para un régimen simplificado, pero con el cobro efectivo del IVA sobre las ventas al consumidor final. Esto debe estar acompañado de un estricto control por parte de las autoridades tributarias.
- Mejorar la transparencia del Estado por medio de la creación de un programa de modernización de la gestión pública que implemente procesos que contribuyan a una mejor gestión y separación de poderes en el sector público, reduzca la corrupción y el contrabando.
- Actuar y crear las medidas necesarias para reducir las tasas de interés al consumo, que permita potenciar el consumo de los hogares y disminuir costos del proceso productivo.
- Mantener como meta un nivel de inversión consistente para que la formación bruta de capital crezca y alcance la expansión sostenida del PIB, que permita doblar la renta de los colombianos en los próximos 12 años.
- Definir una política de desarrollo productivo industrial y agroindustrial que fomente sectores específicos, capacite su mano de obra, incluyendo sector exportador y pymes.
- Incrementar el ahorro, de preferencia con la reducción del consumo público, reforzando las políticas de ahorro privado en el largo plazo, el mercado de capitales y la reinversión de utilidades.
- Dedicar más recursos para creación de empresas, innovación, mejoría de la competitividad e inversiones sociales con reformas en salud y educación, que enfatice educación técnica de calidad, reconversión y readaptación laboral.
Sin duda, el desafío será cambiar a un modelo de mayor crecimiento y sostenibilidad en el largo plazo, en el cual se reconcilie la economía con la política, pero hay que actuar con prontitud y armarnos de paciencia para sobrellevar este 2018. Finalmente, a modo de reflexión, un país no puede desconocer su historia, de dónde venimos, quiénes somos y a dónde debemos ir.