En todo el mundo se oyen advertencias de que se avecina una etapa de postración de la economía global, a medida que la austeridad fiscal de los países ricos se intensifica y los emergentes muestran una desaceleración que ofrece menor soporte al crecimiento mundial.
Una de las características de esta crisis es la resistencia a aceptarla, y es claro que la economía mundial no saldrá tan rápido de este frenazo.
El país debe prepararse para enfrentarla ante la ausencia de acciones decisivas que deberían ser tomadas por EE. UU. y los países europeos.
¿Cómo hacer para evitar la desaceleración de la economía colombiana, que mantiene un adecuado ritmo de crecimiento?
La economía requiere reforzar sus fundamentos y blindarla ante eventualidades funestas.
La reducción del ritmo de crecimiento en los países industrializados y China deberá traducirse en una caída fuerte en el precio de los commodities, con excepción de los alimentos. Hay que agregar la disminución de la inversión extranjera directa, que podemos enfrentar, y que muchos empresarios pisarán el freno en el manejo de sus negocios.
Tales previsiones anunciadas repetidamente de fuerte tormenta ayudan cada día más a justificar una pronta reducción de las tasas de interés.
Valdría la pena preguntarle a cualquier economista sensato ¿cuál es la mayor probabilidad de contagio entre la economía local y una mundial que van en sentidos diferentes?
El momento es extremadamente favorable para la disminución de intereses. La Federal Reserve anunció que los intereses estarán en el mismo nivel por lo menos hasta mediados del 2013.
También es necesario impedir la expansión de los gastos corrientes del Gobierno y elevar el superávit primario, para dar mayor espacio a la reducción de los intereses por parte del Emisor.
Parece paradójico, pero esta misma disminución de gastos en intereses abre espacio para el aumento de la inversión pública.
El momento no es el más adecuado para enfrentar esta crisis con crecimiento del gasto público, pero sí con estímulos monetarios y oferta crediticia.
Menos deudas públicas y menos gasto de intereses darán mayores condiciones para garantizar la inversión pública y el crecimiento económico. El uso de la política monetaria exige que la fiscal haga su contribución para que esto sea realizado del modo más eficaz. Mantener la dinámica de la actividad económica trae una ventaja adicional: genera recaudo de impuestos más alto de lo previsto y tiende a jalonar la formación del superávit primario.
El Gobierno también debería readecuar el presupuesto conforme a las circunstancias y tener la flexibilidad necesaria para actuar con rapidez en su combate ante un eventual agravamiento de la crisis externa.
¿Podemos tener esta mayor flexibilidad con una ley en el Congreso que devuelva al Ejecutivo el monopolio en la iniciativa del gasto y una enmienda constitucional que establece el principio de la sostenibilidad fiscal?
Ante este panorama, dependemos hoy más de nosotros mismos y deberíamos constituir una causa nacional para exigir a los poderes públicos que actúen con la responsabilidad necesaria para que el país pueda mantener adecuados niveles de inversión, reducir el desempleo y continuar creciendo, entendiendo que el factor que garantiza un crecimiento sustentable es el equilibrio de las finanzas públicas, igual en tiempos de crisis.