Wharton School enseña que las dos palabras consideradas más peligrosas en la administración de negocios son ‘estrategia’ y ‘sinergia’.
Es usual escuchar que hay que adquirir una empresa por cuestiones estratégicas o no venderla por la misma razón. Igualmente, que mediante una adquisición se obtendrá sinergias significativas que nunca se materializan. Pero cuando la gente habla de grandes sinergias o una compra estratégica, los administradores creen que son capaces y pueden gastar todo el dinero que quieran.
Las empresas tienen que mantener su foco en la caja y los rendimientos. Si las sinergias y estrategias no se materializan en caja y su valor presente neto adicional, lo mejor es descartar y olvidar dicho negocio. Cuando los empresarios hablan acerca de la visión de su negocio y no hay números concretos, es lo más peligroso que puede existir.
El dinero que se crea a través de las compañías, sus proyectos y fusiones y adquisiciones, se hace por medio del Ebitda (utilidades antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones) o mejor la caja proveniente de su operación y crecimiento en el largo plazo, que es lo que se traduce en la creación de valor. Cualquiera que sea el caso, sus proyecciones financieras deben reflejar tasas internas de retorno por encima del costo de capital y una caja positiva y en general creciente. Luego, el foco de los administradores se convierte en incrementar del valor de su empresa en el largo plazo.
Los ejecutivos y administradores deben concentrarse en los impulsores de valor (value drivers) del negocio, que, generalmente, son pocos y a los cuales deben darle toda su atención. Es necesario identificar cuáles tienen mayor impacto y asignar los responsables para alcanzar las metas de la organización.
Las empresas exitosas requieren una administración fuerte, especialmente ejecutivos que son capaces de servir como verdaderos agentes de cambio. Cuando el manejo de estos administradores es político, los resultados de sus decisiones son catastróficos.
Los administradores de una compañía son los agentes que actúan en nombre de los accionistas. Sin embargo, los administradores no siempre trabajan en el mejor interés de todos sus accionistas, teniendo en su función un deber y responsabilidad fiduciaria. Una situación como esta es conocida como un problema de ‘agenciamiento’. La literatura financiera sobre el tema se concentra en los conflictos entre administradores y accionistas y entre directores (miembros de junta directiva) y accionistas.
Cualquiera que sea el medio por el que una empresa obtenga sus recursos capital, los accionistas empoderan a la administración para utilizar sus recursos de manera eficiente y efectiva para generar utilidades y maximizar la riqueza de sus accionistas.
El conflicto se acentúa aún más si se trata de una organización considerada ‘estratégica’ para un país, pero abierta al capital privado, por cuanto lo que buscan los inversionistas privados es la rentabilidad de su capital.
En Colombia, existen fuertes problemas de agenciamiento en empresas públicas y privadas que cotizan en la bolsa de valores. La sugerencia es establecer principios de gobernanza corporativa más efectivos, como los acordados por la Ocde, que provean un especial énfasis en los derechos y trato justo de los diferentes accionistas, y las buenas prácticas de gobernanza se traducen en mayor valor de las empresas.
Francisco Barnier G.
Asesor empresarial
fbarnier@gmail.com