Por primera vez un ministro de Salud señala que “hay una crisis de confianza, orden y legitimidad en el sistema de salud”.
Dado que algunos de sus antecesores se dedicaron a enfrentar a los agentes entre sí y a señalar como culpables por los problemas de la salud, ora a unos ora a otros, pero no a su incapacidad para coordinarlos, el pronunciamiento del ministro Gaviria es trascendental.
La pauta general de relacionamiento entre los agentes del sistema de salud o es de desconfianza, alimentada por una cartera monumental. ¿Qué sector sobrevive con carteras de 250 días, como sucede en varios puntos del sistema, o con la inveterada práctica de deudores -públicos y privados- que desconocen sus obligaciones vencidas, exigiendo descuentos del 20% o 30% y nuevos plazos?
En un sector, en el cual ningún contrato o compromiso vale, y no se respetan los acuerdos comerciales, la depredación se volvió norma.
Este comportamiento se estableció dentro del sistema hace años y no ha habido quien promueva su solución.
La desconfianza no obedece solo al desarreglo comercial, también la alimentan desacuerdos ideológicos sobre cuál debiera ser el modelo de salud, ¿público?, ¿de aseguramiento?, ¿de oferta de servicios? Después de 18 años, ese pulso pareciera perpetuo, siendo común que algunos representantes gremiales solo vean viable al sistema acabando con su contraparte.
Diferentes agentes políticos o sociales, cuya profesión es ‘no estar de acuerdo’, parecieran impulsar debates con el ánimo de mantener un ambiente crispado; y asoma una pugna entre algunos entes de vigilancia y control, que aunque poco ayuda, parece que está de moda.
Sin duda, hay quienes buscan, de forma genuina, el mejoramiento de la atención del servicio y un más humano y eficiente modelo de salud, pero terminan atrapados en esta maraña de dimes y diretes. Así que, al final del día, los problemas de la salud y los actores mismos permanecen flotando en la ‘crónica roja’ y los problemas siguen sin solución.
En esas condiciones no es de extrañar que amplios sectores de la vida nacional no crean en el sistema de salud.
Finalmente, no se olvide que este desorden, en buena medida, lo promovió el no haber actualizado el POS en 17 años, y aclarado, a tiempo, los puntos de conflicto en la prestación de servicios, lo que promovió la actitud generalizada de ‘haga lo que pueda’.
Es hora de hacer un pacto social por la salud, pues mantener esta crisis de desconfianza, lo que logra con eficiencia es afectar a los pacientes, que necesitan de verdad los servicios.
Y para comenzar la construcción de este pacto social por la salud se requiere que de forma consensuada el Gobierno y los diferentes agentes del sistema se reúnan, acuerden reglas claras de debate, comportamiento comercial, respeto por la imagen, honra y existencia de los otros, de manera que prevengan y solucionen sus controversias. Independientemente de los rumbos que tome el modelo de salud, esto servirá para que las cosas funcionen eficientemente, y sobre todo, dentro de un marco de colaboración y competencia leal.
No importa si el modelo de salud se mantiene o si se lo cambia en razón de cualquiera de los tantos proyectos de ley que ya se anuncian otra vez.
Mi impresión es que si no se trabaja en construir confianza, en arreglar este desorden y en ganar legitimidad, la crisis se mantendrá.
Francisco De Paula Gómez
Presidente Ejecutivo de Afidro