MARTES, 16 DE ABRIL DE 2024

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Carlos

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Francisco Montes

Cambiar modelo económico

Francisco Montes
POR:
Francisco Montes

Causó revuelo la petición de las Farc cuando hablaron de la necesidad de cambiar el modelo económico Colombiano. Creo que de los temas que se han tratado en La Habana, este ha sido el que produjo una reacción inmediata y contundente. Los anuncios de la participación en política no lograron alcanzar el efecto que sí obtuvo la idea del cambio de modelo.

A pesar de haber sido bastante vaga la idea de las Farc, fue suficiente para que el nerviosismo de varios sectores llegara a niveles máximos. No obstante, ante el contexto, percibo que tanto expositores como el auditorio no estaban ubicados en el tema.

Ante el revuelo que causó la idea, me interesó buscar información sobre lo que las Farc llama “cambiar el modelo económico”. La propuesta se fundamenta en líneas conceptuales que no van más allá de exigir una oferta desde el Estado. Adicionalmente, se pide el control de los capitales y las instituciones extranjeras, como también la explotación de recursos naturales como el petróleo.

La presentación se aleja del análisis de oferta y demanda de bienes y servicios. No explica la construcción de rutas para escenarios de equilibrio general. A mi modo de ver, deberán las Farc diseñar de manera formal el modelo que quieren exponer. En economía, las cosas son así para que puedan existir.

Si bien es cierto que la manera como interactúa la oferta y la demanda de bienes y servicios en Colombia, como también la formación de precios es totalmente ineficiente, también es correcto decir que es necesario construir y probar formalmente lo que las Farc exponen.

Para poder expresar la intención, lo primero es llevar esas ideas al campo técnico y demostrarlas.

Para hablar de modelos económicos es necesario empezar por el universalmente conocido: mercados competitivos. Para algunos es una utopía y para otros se aplica en Colombia porque dos o tres empresas ofrecen unos bienes o servicios muy similares.

Hay manipulación de la teoría económica. Un ejemplo es el mercado de los pañales y papel higiénico. La mala interpretación de competitividad condujo a la realización de acuerdos y ello permitió imponer precios a las familias.

Así como funcionaron aquellas, igualmente se puede percibir la existencia de esas conductas en otros sectores. Ir a un supermercado, observar cuántas empresas ofertan un producto y evaluar sus diferencias puede servir para detectar conductas anómalas. Realmente no hay mercados competitivos en Colombia. Lo observado en los supermercados y en diferentes tipos de servicios no son más que estructuras monopólicas competitivas. Lo ideal es analizar las brechas que existen entre la oferta y la demanda.

El Estado debe administrar contundentemente el déficit y no dejarlo al maquiavélico mercado camuflado con interpretaciones sesgadas y conceptos posmodernos. Hay que empezar por aquí si se quiere cambiar el modelo.

Francisco Montes

Magíster en economía

fjmontes4@hotmail.com
 


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