Dice la locución que quien no conoce la historia corre el riesgo de repetirla.
Es decir, los que no se preocupan por saber lo ocurrido en otras épocas, o en otros lares, son propensos a caer en los mismos errores de antaño.
Sin embargo, a la frase hay que añadirle: el conocimiento de la historia no se puede limitar a la nacional, debe abarcar, en lo posible, ámbitos más amplios.
Por desgracia, esto último no se da.
En lo esencial, el caso InterBolsa no es muy distinto a lo acontecido en Estados Unidos con Lehman Brothers, cuando su estrepitosa caída, al finalizar el 2008, acabó con la confianza de los norteamericanos en el sistema financiero, hundió la economía y puso en calzas prietas a todo el sistema.
Apoyado en la sencilla explicación de Krugman sobre la evolución del sistema, se puede contestar la pregunta que facilite la identificación de las características especiales de tales operaciones. ¿Qué es un banco?, pregunta.
Tradicionalmente, ha sido una institución en la que se hacen depósitos, un lugar en el que consignamos dinero en una ventanilla y lo podemos retirar por la misma.
Empero, en lo que toca a la economía, un banco es aquella institución que se compromete a dar un acceso fácil a los depositantes, incluso cuando usa la mayor parte de esos fondos para hacer inversiones que los clientes no podrán convertir en metálico en el corto plazo.
Las entidades de depósito son la forma tradicional de hacerlo.
Con todo, debemos decirlo, hay otras formas de llegar al mismo objetivo. Un ejemplo obvio es el de los fondos del mercado monetario, que no tienen una presentación física como los bancos y no proporcionan metálico en el sentido literal (billetes).
Las empresas que buscan dónde dejar su efectivo optan, con gran frecuencia, por hacer ‘repos’, o pacto de recompra, en los que prestatarios como Lehman o InterBolsa piden dinero para plazos muy cortos –a veces una noche–, usando como garantía secundaria valores con respaldo hipotecario, y el recurso conseguido de esa manera se emplea para generar liquidez e incluso adquirir aún más valores de esta clase. Hay otros mecanismos, como los valores con tasa de subasta y que, una vez más, sirven para los mismos propósitos que los de la banca ordinaria, pero sin estar sometidos o sujetos a las normas que rigen para esta.
Las formas alternativas de hacer lo que la banca venía haciendo se han llamado ‘banca en la sombra’.
Esto no es nuevo. Hace 25 años o más, el afán innovador y la gula de los banqueros por incrementar las ganancias, hicieron que tales operaciones se consolidaran y poco a poco fueran ganando participación en el mercado, con la mala fortuna de que los controladores perdieran su norte, apoyados en las prácticas de desregulación de los gobiernos y la llegada de algunos vivos que se aprovecharan de la situación para hacer toda suerte de trampas.
De esta manera, la responsabilidad de lo que pasó con Lehman se le debe atribuir a la tendencia a la desregulación y a la incuria de algunos directivos. Este proceso culminó con la depresión tan costosa para la economía mundial.
Si, por fortuna, hasta ahora, los acontecimientos de InterBolsa no se han traducido en una debacle es porque mi Dios es grande, dado que el parecido a Lehman es enorme, sobre todo en lo que respecta con la pérdida de confianza.
Gabriel Rosas Vega
Exministro de Agricultura