La desvinculación de los jóvenes con el sistema educativo y el mercado laboral implica pérdida de capital humano y social. Sobre esta consideración se construyó el Conpes 173 (julio de 2014) para estimular la generación de oportunidades.
Destinadas a mejorar su empleabilidad y facilitar su transición e integración productiva, Finlandia es pionera en la estructuración de ‘garantías juveniles’. Desafiando la incertidumbre, el Estado interviene declarando una paradoja cuyo significado incluye certeza, seguro (riesgos) y confianza. Cualquier acepción resulta pertinente. De hecho, estos ambiciosos esfuerzos componen servicios de formación, práctica o voluntariado (tras la pérdida del empleo), intermediación laboral y apoyo al emprendimiento.
Sin embargo, evitando trivializar criterios de éxito y confundir medios con fines, la orientación ocupacional es clave para construir un proceso sostenible y hacer la diferencia entre distracción temporal (desempleo de corto plazo) y dedicación vocacional. Es importante que la orientación sea continua porque el desarrollo no es un rasgo fijo: su cambio es variable, multidimensional y evolutivo, por lo que el cambio de carrera y el aprendizaje de nuevas habilidades no es contingencia exclusiva, es consecuencia imperativa del ciclo vital y la dinámica del mercado.
Esta asesoría calificada permite diseñar soluciones específicas, algo relevante porque la juventud no es un grupo homogéneo y los periodos de inactividad pueden corromper su actitud con desmotivación, conformismo y apatía. En ese sentido, identificar sus valores de vida e impulsores de carrera, traducir sus expectativas en objetivos, perfilar sus competencias y evaluar sus necesidades (actuales y futuras, de acuerdo con la emergencia u obsolescencia ocupacional, tecnológica y sectorial) empodera y compromete para asumir liderazgo y gestionar su propia carrera porque el trabajo se convierte en medio de expresión y realización.
Respecto al desempeño productivo, mediante la publicación ‘Desconectados. Habilidades, educación y empleo’, el BID hace énfasis en la necesidad de desarrollar destrezas esenciales para la vida y el trabajo (no cognitivas, emocionales y sociales), argumentando que su aprendizaje es flexible e impacta significativamente la vida de los jóvenes, especialmente aquellos expuestos a condiciones más vulnerables.
Avanzando en conclusiones, para el caso colombiano, aunque el Gobierno ha logrado ocupar vacíos transaccionales con la Ley del Primer Empleo, el Fondo Emprender, el Servicio Público de Empleo, y el Observatorio Laboral y Ocupacional, el elemento estratégico de la orientación y el desarrollo de esas destrezas tampoco ha sido satisfecho por el sistema educativo y empresarial.
La transformación empresarial del país debe articularse con el propósito, la estrategia de desarrollo y el plan de acción personal, porque tomar decisiones conscientes e informadas permite comprender situaciones, explorar desafíos y superar positivamente la ‘crisis’ asociada a cualquier cambio. La aplicación integral de estos instrumentos –por ahora privilegio de algunas grandes empresas y altos ejecutivos–, demanda la intervención pública para democratizar el acceso y el aprovechamiento efectivo de las oportunidades generadas.
Germán E. Vargas G.
Catedrático
gevargas@gmail.com