Algunos economistas, entre otras cosas, los que siempre han sido parte del establecimiento, se muestran preocupados por el futuro y la estabilidad de la economía colombiana: en concreto, les inquieta la situación de las cuentas externas, la evolución del PIB, la inflación, el crecimiento en la tasa de desempleo, la sostenibilidad fiscal, pero, más que nada, el clima de enfrentamiento y la polarización política y sus efectos sobre la pérdida de la confianza inversionista, así como el aumento de la incertidumbre sobre el futuro del país.
Y, la verdad, aun a pesar de las agresivas y descalificadoras reacciones del ministro Carrasquilla, deberíamos estar atentos. En las cuentas externas el déficit de cuenta corriente y la participación del endeudamiento externo en el Producto Interno Bruto a finales del 2019 serán los más altos de los últimos años, el déficit comercial aumenta, la salida de utilidades sin reinversión por parte de las multinacionales y de los inversionistas nacionales también y, lo único que aumenta como ingresos externos, son las remesas giradas por los emigrantes colombianos desde el exterior.
En consecuencia, parecería que para solucionar las carencias descritas será necesaria una mayor emisión de bonos y el aumento del endeudamiento externo, así como la aceleración de la estrategia de privatizaciones. En cualquier caso, mayor consumo hoy menor mañana, a no ser que la tasa de crecimiento del PIB para el mediano y largo plazo se oriente hacia tasas mayores al 4%, lo que en el actual contexto de incertidumbre parecería simplemente una utopía.
La dependencia de nuestro país en el corto plazo en ingresos externos continúa signada por el comportamiento de los precios del petróleo y, no hay nada que genere más incertidumbre en la actualidad que su evolución. Si hay ralentización en la demanda, especialmente por la disminución en las tasas de crecimiento de la China podríamos estar en un promedio inferior a los 65 dólares por barril de petróleo.
De otra parte, las anunciadas bajas en las tasas de interés en Estados Unidos, la Unión Europea y otros países, hará más compleja la competencia por el ingreso de inversión en capital de portafolio. La evolución negativa del proceso de paz golpeará las expectativas de los inversionistas y la confianza se deteriorará. Los cambios de humor de Trump, nos colocan ante la posibilidad de una descertificación unilateral por el tema del aumento de los cultivos ilícitos.
En lo interno, existe una contradicción entre la felicidad de los empresarios cortoplacistas y los que consideran que debe asegurarse la estabilidad en el mediano plazo. Los subsidios que algunos reciben deterioran las posibilidades de aumento en la demanda interna de la mayoría de la población y dejan sin aire la posibilidad de tomar decisiones de fondo para el cumplimiento de derechos fundamentales en salud, educación y derechos al trabajo.
En síntesis, a las alertas de los economistas del establecimiento se suman las dificultades para el aumento de la demanda interna y la inestabilidad política. En lo personal, estoy preocupado: cada vez estoy más de acuerdo con los análisis del doctor Juan José Echavarría, a quien respeto y admiro, aunque en el pasado los encuentros con sus análisis económicos hayan sido casi siempre divergentes.